A pesar de los avances económicos cada vez menos personas se sienten felices, dejando evidencia que no siempre la relación dinero felicidad es directamente proporcional.
Al respecto, hace poco leí uno de esos artículos que te cambian la forma de ver la vida y quise compartirlo con ustedes. Lo ha escrito Manel Baucells, Profesor Principal de Gestión de Personas en el IESE de Barcelona, basado en un estudio realizado por él y por Rakesh Sarin de UCLA de California, cuyo nombre fue “Does more Money buy you more hapiness?” ¿Mas dinero puede comprar mas felicidad?. Le pedí que me mande y autorice a publicar dicho artículo y otros relacionados al tema de la felicidad para hacer un resumen y publicarlos, así que a continuación el primer resumen.
Muchas veces las personas hablan de la falta de dinero como una de las causas de sus males. Atribuyen que por eso no pueden ser completamente felices, que no tienen todo lo que desean y que siempre les está faltando algo para ser “iguales” a los demás, incluyendo en “todos los demás” a unos pocos que pueden tener alguna superioridad en un bien material por ejemplo. Sin embargo el dinero no siempre les permitirá cubrir las necesidades y lograr satisfacciones, y una vez que lo obtienen, se dan cuenta de que se trata de otras falencias.
El problema parte de mucho tiempo atrás. La economía tradicional consideraba todos los bienes como básicos, y para nosotros en cambio, existe una enorme diferencia entre la felicidad que proporcionan los bienes básicos y los adaptativos. Un bien básico satisface una necesidad objetiva y genera siempre la misma cantidad de satisfacción; en cambio, un bien adaptativo proporciona una satisfacción subjetiva y variable según las propias expectativas y las referencias. Por ejemplo, tener un auto es un bien básico, pero cuando pasas del Toyota del año 80 a la Porsche Cayenne del año, lo conviertes en un bien adaptativo. Un Toyota viejo puede proporcionar mucha satisfacción y un Porsche muy poca…, si lo comparas con el Ferrari del vecino.
El tema es que se puede vivir feliz aunque no te envidien. Vivimos pendientes de lo que los demás piensan de nosotros, pero los demás están demasiado preocupados por lo que tú piensas de ellos para fijarse en ti. Es decir, que tu te compras la 4 x 4 para quedar bien con todos y para lucirla, y en realidad a la gente le importa un pepino tu 4 x 4.
Una forma de autoengañarse es decir que nosotros compramos para nosotros mismos, nos convencemos de que lo compramos porque lo necesitamos, cuando la verdadera causa a menudo es impresionar al resto. En cualquier caso la satisfacción y la insatisfacción siempre se obtienen al momento del incremento o decremento del estatus, después se diluyen. Es decir, el aumento de sueldo alegra el primer día, si te sacas la lotería igual, a los cuatro días te has acostumbrado a tus nuevos millones y ya envidias a tus nuevos vecinos que tienen más…Incluso puedes llegar a sentirte mas pobre que antes de la lotería.
El otro problema es nuestra incapacidad de racionalizar las proyecciones. Creemos que el nuevo auto nos reportará tanta satisfacción durante los próximos cinco años como los cinco primeros días y no es así. En general, es mas feliz quien edifica su felicidad sobre los bienes básicos y posterga los adaptativos. Pero, cuanto necesita uno para ser feliz? Según el estudio realizado, la cifra son US$ 12,000 anuales. Esa cantidad satisfaría todas nuestras necesidades básicas, lo demás es adaptativo. A partir de un nivel de renta determinado, la felicidad no aumenta significativamente por mucho que lo hagan los ingresos. De hecho, todos los indicadores del grado de felicidad han permanecido intactos en todo el mundo a pesar de aumentos de la renta media considerables, un fenómeno conocido como la Paradoja de Easterlin. El ejemplo mas llamativo es Japón, donde a pesar de que la renta per cápita real ha aumentado cinco veces, prácticamente no se ha incrementado la media del nivel de satisfacción. El ciudadano de hoy se adapta rápidamente a un cierto nivel de estándar (su propia casa, su propio auto, vacaciones, restaurantes) y no se sentirá mejor que el de hace sesenta años cuando circulaba en bicicleta y escuchaba una vieja radio. La paradoja de Easterlin se puede explicar por el hecho de que la felicidad depende también de otros factores además del dinero, como las relaciones familiares, los amigos, la salud, el trabajo, ambiente externo (libertad, seguridad, etc.) y valores personales (visión de la vida, religión y espiritualidad).
Sí, el poder adquisitivo influye en la felicidad de una persona, pero hasta cierto punto. Ni que decir que algunas personas con dinero se torturan comparándose con otras personas aun mas ricas que ellas. Los autores sugieren que la gente podría sacar mas provecho a su dinero en términos de felicidad si calcularan correctamente el efecto de adaptación. Cuando el cálculo es erróneo, se debe a lo que los psicólogos denominan un sesgo de proyección. Este concepto, aplicado a las decisiones de consumo significa que predecimos un ritmo lento de adaptación a un bien nuevo. De hecho, la adaptación se produce mucho mas rápidamente de lo que esperábamos, lo que nos lleva a gastar mas de la cuenta en bienes adictivos y ser menos felices de lo que pensamos.
La buena noticia es que la felicidad se puede planificar. Manel Baucells lo hace de acuerdo a una ecuación: relaciona la capacidad de adaptación con el incremento de riqueza y la comparación con otros. Funciona de la siguiente manera: Ustedes cuando compran algo asumen que ingresan 100 de felicidad y creen que el resto de su vida ese dinero les va a dar la felicidad 20 que sienten el primer día pero en realidad al cabo de un año solo han obtenido un 1. Si hubieran planificado su felicidad racionalmente con esta ecuación hubieran obtenido un 7.
Por el contrario, la desgracia también es planificable. Las pérdidas de patrimonio y estatus se notan el doble que las ganancias. La bajada de nivel genera el doble de insatisfacción que la subida de satisfacción. En este caso, la proyección de expectativas funciona al revés. Al principio duele mucho, y luego cuando te acostumbras, te das cuenta que no es para tanto. Acabas adaptándote a la triste situación mas rápido de lo que habías previsto. El arte de la planificación en este tema nos permitirá conseguir mas felicidad por menos dinero y esfuerzo.
El autor recomienda también no retrasar las cosas. Anticipar lo malo es lo inteligente, también lo es dilatar la gratificación de las cosas positivas. La lección es que deberíamos programar racionalmente en el tiempo, la gratificación que nos reportan nuestros ingresos. Por ejemplo si tenemos un aumento de sueldo, no hacer todas las cosas de golpe y graduar el incremento de satisfacción. Lo mejor es ir subiendo poco a poco de nivel sin cambiar las referencias anteriores.
“Lo que da la felicidad es el cambio, el paso de un escalón al otro, por ello mantenerse siempre en uno, aunque sea muy elevado, deja de hacernos felices”, explica Manel Baucells. Para solucionarlo, el profesor del IESE tiene una receta: “Si te toca un millón de euros, debes hacer tus cálculos para que la mejora de tu situación sea paulatina y gastar sólo un 1% de lo ganado el primer año, un 2,5% al siguiente, y así progresivamente hasta alcanzar incrementos del 20% y el 30%”.
Dos investigadores dieron a elegir en 1998 a los alumnos de la Escuela Pública de Salud de Harvard entre dos escenarios: en uno, ellos ganarían 50.000 dólares cuando el resto del mundo lograría 25.000, es decir, la mitad, mientras que en el segundo escenario ellos ganarían 100.000 dólares cuando el resto ganaría 250.000, más del doble. Todos prefirieron el primer escenario. “Por eso la felicidad social no ha avanzado pese a que mejore la calidad de vida en un país, porque nos peleamos siempre por tener lo que tiene el vecino Seguir con los amigos de siempre nos hará sentir mas afortunados con menos. En el barrio de los millonarios, el suertudo al que le tocó la lotería, solo es un millonario más.
Para finalizar, copio textualmente una reciente entrevista que le hicieron respecto al tema:
El dinero da la felicidad, ¿verdadero o falso?
Verdadero.
¿Por qué?
Porque con el dinero tienes más control, acceso a cosas que antes no tenías y más capacidad de decisión. Pero se comete un error de cálculo: se piensa que va a dar más de lo que da.
Este error de cálculo, ¿cuándo lo comete una persona?
Cuando cree que el dinero le va a dar diez de felicidad, y en realidad le ofrece tres.
Es decir, no es una cuestión de cantidad, sino de expectativas.
Exactamente.
¿Junto al dinero y la felicidad, que son los ejes sobre los que gira este estudio, se podría incluir un tercer término, la envidia.?Efectivamente. Y si no lo gestionas de manera adecuada, puedes acabar pensando: “¿Me siento contento por haber tenido que trabajar cinco horas más al día para tener una casa mejor en un barrio determinado, y en el que sigue habiendo gente más rica que yo?”. Y en todo este proceso igual esta persona ha perdido amigos y familia. Por tanto, ¿no hubiera sido más inteligente pensar si le interesaba entrar en esta batalla o no?
Pero, ¿cómo se puede conseguir que las personas venzan esa tendencia natural?
No es nada fácil porque es tu instrumental de medida. Hay que educar a la gente en los colegios, en las familias… a que se comparen con los otros en determinadas cosas buenas, como “mira ése qué buenas notas saca, a ver si tú también haces como él”, y que eviten otras, como cuando se dice “mira a ése que se ha comprado un auto mejor”. En eso es mejor no entrar.Otro temas importante es que somos muy malos en anticipar la rapidez de habituación a los bienes. Ésta es la idea. Piensas que el auto nuevo lo disfrutarás como el primer día durante mucho tiempo, pero a los tres meses te parecerá normal, o cuando vas a un hotel de una estrella más te parece impresionante, pero no calculas que a la tercera vez eso te parece lógico y que volver a un hotel con una estrella menos es una pérdida. En un terreno donde compras bienes básicos (comida, calefacción, el descanso, estar con amigos…) la satisfacción está asegurada porque cuanto más los tienes, más te dan. Pero la lista es muy limitada. Entonces estamos pensando que muchos bienes que compramos son básicos. Y no lo son, son adaptativos.
¿Cree que el ciudadano de a pie hace esta distinción entre los bienes básicos y los adaptativos?
No, y por eso se cree que el dinero da muchísimo, porque cuando piensa que un auto grande es un bien básico se cree que lo disfrutará como el primer día, como la calefacción. No, al auto grande te acostumbrarás y te parecerá lo normal.
Siguiendo su razonamiento, ¿considera que ofrece la misma satisfacción degustar una buena comida entre amigos que tener un Ferrari?
No. Degustar una comida con amigos te va a gustar hoy, dentro de diez años volverás a disfrutarlo igual que hoy, y dentro de 20 igual que hoy. Cuando te compres el Ferrari, durante un tiempo estarás impresionantemente feliz, pero al cabo de un año te parecerá la mitad de impresionante, al cabo de dos años la mitad de la mitad y cuando un amigo se compre un Ferrari mejor que el tuyo entonces aquel día vendrás enfadado porque creerás que te has quedado sin dinero.Y es que la gente se vuelve loca por el dinero, gastan mucho. Si por lo menos fueran muy felices, diría “perfecto”, pero es que no lo son. Entonces aquí hay un problema.
¿Cuál sería la fórmula para solucionarlo?
Ves cosas que son bienes adaptativos y tu cabeza te dice que son básicos, entonces las quieres comprar, ganar mucho dinero… y todo el mundo está solamente atrás de eso. No, lo que voy a hacer es entrenar al niño a bajar una pendiente más difícil, de modo que cuando salga por ahí pueda bajar. Es entrenarlo para pensar a largo plazo.
Por cierto, ¿usted piensa a largo plazo?
Sí, yo lo hago
Por lo tanto, ¿es feliz?
Sí, sí, yo soy muy feliz. Me gusta llevar las luces largas. Siempre voy anticipando cosas con dos o tres años de antelación.
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