Algunas ideas para vivir mejor se centran en como hacer para evitar los días malos, los días de sufrimiento, que a todos les vienen. Será solo cuestión de evitarlo o de aceptarlo? He querido copiarles otro artículo que escribió mi padre, médico, que está siempre en contacto cercano con enfermos que sufren muchísimo y que han sido su inspiración para muchos artículos que ha escrito.
El siguiente se llama “Descubrir el tesoro”. Hay dos maneras de ver el sufrimiento y el dolor: una es verlo sin propósito ni sentido, otra es verlo con una finalidad, como algo que vale la pena vivir. La primera visión percibe el sufrimiento como algo opaco, como un muro de piedra. La segunda lo ve transparente, como un cristal. Conozco el caso de un muchacho joven, estudiante de universidad y con un porvenir brillante. Había empezado a gustar el sabor de sus primeros triunfos, cuando Dios permitió que una enfermedad incurable viniese sobre él.
Durante largos años había vivido alejado de Dios, no por indiferencia sino por desconocimiento.Meses antes de su enfermedad Dios se interpuso claramente en su camino. Nuestro amigo cambió radicalmente para guiarse con la luz de la fe cristiana. Durante el tiempo que duró su enfermedad, el amor a Dios fue creciendo impetuosamente en él. Poco antes del final escribía a sus amigos de la Universidad una carta que entre otras cosas decía lo siguiente: “Siempre he sido poco amante del dolor físico. Mas bien creo que cobarde ante el. Solo ahora que ya tiene sentido y “empleo” me he ido haciendo a él. Quiero aprender a guiarle para ofrecerlo a Dios. No se lo que El querrá de mi, su voluntad es la mía y gustosamente abrazaré su cruz.”
Aquí tienes el testimonio de un hombre joven, de unos veinte años, que ha “descubierto” el tesoro de su enfermedad y/o de su sufrimiento. Yo quisiera que tu empieces a descubrirlo, que veas, si no lo has hecho ya, los méritos inmensos del tesoro que tienes ahora. Piensa que el dolor y el sufrimiento en si mismo no nos hace mejores. Puede incluso hacernos aun peores. Nos puede hacer egoístas, rebeldes. Nos puede llevar a odiar. El sufrimiento, o construye al hombre o lo degenera. Depende de que aceptemos, mejor, de que amemos la voluntad de Dios o de que la rechacemos. Difícilmente hay situaciones intermedias.
“Nosotros somos piedras, sillares, que se mueven, que sienten, que tienen una libérrima voluntad. Dios mismo es el cantero que nos quita las esquinas, arreglándonos, modificándonos según El desea, a golpe de martillo y cincel. No queramos apartarnos, no queramos esquivar su voluntad, porque, de cualquier modo, no podremos evitar los golpes. Sufriremos mas e inútilmente, y en lugar de piedra pulida y dispuesta para edificar, seremos un montón de informe de grava que pisará la gente con desprecio” (Camino 756).
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