¿Quién no ha tenido problemas en la vida? Son como el pan de cada día, y cuando menos lo pensamos aparecen cada vez más, y uno más grande que el otro. ¿Sabemos afrontarlos?
No hay ninguna regla exacta de pasos y procedimientos aprobada, sin embargo, hay hechos que confirman que con un razonamiento determinado, las oportunidades de resolverlo son mayores.
Para probar esto recurro a uno de los mejores tenores del mundo, José Carreras, quien estuvo enfermo de cáncer. En su libro “Cantando desde el alma” decía: “Si de cien pacientes de leucemia las estadísticas y quinielas decían que sólo uno se salvaba, yo iba a ser ese uno. No me limité a decirme esto para animarme, sinceramente creía en esa apuesta… Acepté mi destino, tenía leucemia, ese dato no lo podía cambiar. Pero no me rendí. Me agarré a la esperanza. Como cualquier otro paciente tuve días mejores y peores. Unos me sentía miserable, otros bien y animado. A veces, pensé, ya no puedo soportar más. Pero nunca dije, paro, no quiero continuar, nunca…”
El hecho de parar, tirar la toalla, lamentarse, son verbos que no entran ni tienen validez en la mente de Carreras. Por algo dicen que una de las mejores formas de afrontar un problema es interiorizarlo, saber que te puede pasar lo peor, pero tener la esperanza de que saldrá lo mejor. Una variable muy importante y que sin embargo solemos dejar de lado es la esperanza, el resolver el problema con ese optimismo de saber que lo haremos bien.
Decía Alvarez de Mon que en el optimismo y la esperanza descomunal de salvarse de Carreras, en su promesa de ser ese afortunado, encontraron lo médicos su mejor aliado. A sensu contrario – ceteris paribus, manteniendo otras variables constantes-, cuando el enfermo carece de ilusión y piensa que todo está en manos ajenas, que él no tiene que poner nada de su parte, los médicos contraen el entrecejo y un rictus de preocupación aparece en su rostro. Pelear no te garantiza nada, de ahí su grandeza, pero entre la ciencia y la voluntad se puede montar un dúo formidable.
Continúa Carreras en sus recomendaciones sobre como afrontar un problema: “La primera fase tiene que ver con recibir, diagnosticar y afrontar el problema. La segunda, con decidir una estrategia de acción, y proceder en consecuencia. La tercera, perseverar a base a coraje y fuerza de voluntad, se trata de ser leal al plan establecido. La cuarta, muy difícil porque reclama lo que más nos cuesta, es no hacer nada. Confiar y esperar, esperar y confiar. Si te saltas la tercera no funciona y si culminas las tres primeras y la cuarta etapa está teñida de nervios, desesperanza y ansiedad, todo se puede ir para abajo.”
Quizá la parte más importante de las mencionadas en el párrafo anterior sea la capacidad para identificar correctamente el problema. Muchas veces definimos excelentes soluciones pero para otros problemas, luego todo se echa a perder. Luego de ello, identificar sus causas para en base a ellas, estudiar posibles alternativas de solución, analizando en cada una de ellas las ventajas y desventajas. Finalmente tenemos un panorama más claro para escoger la mejor alternativa. Pero claro, allí no muere el asunto. Falta todavía el saber como implementarla, y más importante aun, saber como medir y controlar si resultó o no.
Como corolario a este artículo los dejo con una de las frases que MR. K, uno de los más grandes entrenadores de básquetbol universitario de todos los tiempos, dijo en su libro “Leading with the Heart“ en relación a la actitud, así como hay una forma lógica de pasos que en mi opinión son los recomendables para solucionar un problema, de nada servirá si no se acompañan con una buena dosis de esperanza y actitud positiva: “Muchas veces la adversidad y los problemas pueden operar a tu favor. En lugar de sentirte víctima y darte mucha pena, usándola como excusa, tienes que encarar la situación y sacar lo mejor de ella. Ella es el único modo de que un equipo pueda desarrollar la fortaleza y el carácter para competir al mas alto nivel.”
Yorumlar