Difícil y trascendental pregunta para todos aquellos que buscamos conseguir el éxito y luego de leer y preguntar mucho al respecto concluyo que depende de cada persona, de los objetivos que se haya trazado y de cuan cerca esté de ellos independientemente de que tan ambiciosos sean éstos.
¿Qué nos motiva? ¿Qué nos hace vivir felices? ¿Cuáles son nuestras inquietudes, sueños e ideales más profundos? ¿Qué problemas nos quitan el sueño? ¿Qué nos apasiona? La respuesta a estas preguntas es una pista segura para descubrir nuestros reales motivadores y objetivos en la vida.
El éxito se suele asociar a la cuenta bancaria, factor importante pero no decisivo para medir el éxito. En lo personal, además de dicho factor incluiría el nivel de felicidad, de ser y estar feliz, el reír mucho y a menudo, el ganarse el respeto, el reconocimiento y el cariño de la gente. Si enfocamos el tema desde el punto de vista familiar, mi éxito depende de la sonrisa y bienestar de aquellas personas que forman parte de mi vida, si hablo de mi hijo, me sentiré exitoso si es que cuando tenga uso de razón pueda sentirse orgulloso de si mismo, si hablo del trabajo, mi definición de éxito estará ligada a la rentabilidad económica sobre las expectativas pero sobre todo al crecimiento personal y laboral del gran equipo que trabaja conmigo.
Santiago Alvarez de Mon decía lo siguiente sobre lo que significa el éxito: “Para mi, es hacer las cosas y entrenar hasta el límite de mis habilidades. Ese universo de intenciones, esfuerzos y trabajo preparado a conciencia lo controlo yo, es donde me cito a diario con lo mejor de mi persona. Los resultados, ganar, perder, las consecuencias de mi labor, los aplausos, las pifias, forman parte de otro partido en el que no llevo las riendas. Del otro sí sé y entiendo. Desde la paz y tranquilidad que da el saber que te has vaciado íntegro, que no has dejado nada en la recamara, entonces se puede apuntar a otros tiempos y lugares por los que suele transitar y perderse el auténtico éxito.”
Tiene mucha razón, y complementando su comentario se me viene a la memoria aquella inolvidable frase de Valero Rivera, “Solo pierde el que no da todo lo que lleva dentro”. Dicho de otro modo, solo ganamos, solo conseguimos el éxito, cuando nos damos el todo por el todo, cuando (como dicen los españoles) “nos jugamos la piel”, independientemente del resultado. Éste es una consecuencia, si hacemos las cosas bien, vendrá tarde o temprano, de nada sirve andar enfadados con el tiempo.
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