Trabajamos muchas horas a la semana, gastando inclusive mucho de nuestro tiempo libre, para ganar más dinero, porque pensamos que el dinero nos hará felices en el largo plazo. Lo curioso es que la gente más feliz hace lo contrario, usa su dinero para comprar tiempo. Saben que cuando compran algo no lo compran con dinero sino con el tiempo de vida que les costó conseguir ese dinero. Tiempo que pudieron estar con los que más quieren. Es imposible ser felices solos. Si quieres un año de prosperidad, cultiva arroz. Si quieres 10 años de prosperidad, cultiva árboles. Si quieres 100 años de prosperidad, cultiva personas, dice un proverbio chino.
¿Has pensado cuanta vida te está costando tu sueldo? ¿O cuanto tiempo pierdes imaginando la vida de otros?
La sociedad de hoy, a través del “oye mira, mi vida es más divertida que la tuya”, ha cultivado en las redes sociales (esos dispensadores gratuitos de emociones) una generación entera de gente que cree que es más importante hacer creer a los demás que es feliz que tratar de serlo, más importante aparentar o dar a conocer lo mucho que tenemos. Porsiacaso, yo uso todas las redes, no estoy en contra de ellas sino de como las gestionamos.
Más no siempre es mejor. De hecho, somos más felices con menos. Los más felices no son los que más tienen, sino los que ya son felices con lo que tienen. Tener lo que quieres puede darte más placer pero no te hace más feliz. Cuando nos sobrecargan con opciones, sufrimos lo que los psicólogos llaman la paradoja de la elección. Mientras más opciones nos den, menos satisfechos nos sentiremos con lo que escojamos, porque estamos conscientes de todas las otras alternativas de las que nos estamos privando.
Sufrimos más porque no sabemos bien que es la felicidad o peor aun, confundimos que es lo que la genera. La vida no es solamente estar feliz, no es solo sensaciones. Nadie puede evadir la pandemia, la muerte o el envejecimiento. La felicidad se basa en dos columnas, la primera es el sentido de propósito: acostarnos cada noche con la conciencia tranquila de saber que estamos haciendo lo que tenemos que hacer. La segunda es la interpretación que le damos a la realidad y la calidad de momentos que vivimos.
¿Y tu? ¿Cómo vas de felicidad? ¿Le dedicas la calidad y cantidad de tiempo a lo que te hace más feliz?
p.d. La foto de este artículo es porque a la mitad de escribirlo vino mi hijo a escuchar música a mi costado. Tal como yo lo hacía con mi padre en el mismo sitio hace 35 años. Fue una mezcla de felicidad y melancolía (la dicha de estar tristes) que recordé con mucha alegría y fue mi momento preferido del día. Hay que estar en la foto de la familia, siempre! Al final, una imagen sincera vale más que un artículo
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