Harvard Business Review publicó recientemente un artículo en el que les preguntaron a más de 250 moribundos. ¿De qué te arrepientes en la vida?:
1. De no haber pasado más tiempo con mis verdaderos amigos y mi familia.
2. De no haber buscado ser más feliz y hacer a otros más felices.
3. De haberme rendido y no luchar por lo que quería
4. De no haber tenido la valentía de expresar mis sentimientos y defender mis pensamientos y principios
5. De no haber aprovechado la vida y sacarle el jugo
Sabias respuestas de personas que están en la antesala de lo inevitable, y que reflejan la experiencia del equipaje de todo una vida. Si nos hiciésemos la misma pregunta, ¿Contestaríamos lo mismo? Que triste que muchos reflexionen al final de su vida, pero a la vez, que bueno que podamos leerlo para cuestionarnos y plantearnos que vamos a hacer con el resto de la nuestra.
Y es que la vida es lo que viene. En las respuestas anteriores percibo un pánico de la gente a no haber vivido, o peor aun, a haber vivido la vida que otros querían para ellos y no tener el valor de tomar las riendas de la misma. Y creo que en algún momento, a todos nos pasa lo mismo.
Cuanta depresión, cuantas tristezas por no cuestionarnos a tiempo que tipo de vida vivimos y si vamos por el camino correcto. Al final, la vida no se mide en años, meses o días sino en momentos, y éstos, mueren rápido. Lo importante de este viaje no es correr, es lo que vivimos mientras corremos.
Nos arrepentimos de no pasar más tiempo con los que más queremos. Y es que muchas veces sacrificamos el hoy por un futuro mejor. “Es que estoy preparando el futuro”, solemos decir los workaholics para auto convencernos de la forma en que vivimos. Entrenados en sacarle el jugo a cada día y viajar a mil por hora, nuestros ratos libres (si los tenemos) nos producen una sensación de “pérdida de tiempo”.
Pero esa forma de pensar y actuar implica necesariamente que estamos sacrificando el presente. Nos estamos perdiendo la foto de hoy. La pregunta es ¿Estuviste?, ¿Te enteraste? , ¿Conocemos los miedos, retos, alegrías y tristezas de nuestros hijos? Eso es estar en la foto. Sino, tenemos una familia, “pero de mentira”, como dirían los niños. Disfruta de las pequeñas cosas porque tal vez un día, vuelvas la vista atrás, y te des cuenta que eran las cosas grandes decía Robert Braul.
Otras veces, no vivimos felices por lamentarnos de algo que ya pasó. Nuestra mente traicionera viaja y se queda aferrada al pasado, anestesiada por la inercia de no querer cambiar y seguir en la rutina. No sabemos cerrar a tiempo un periodo que nos empobrece y perjudica.
Y es que el no reconocer la vida como es, impide que la aprovechemos. El huir del dolor y el no aceptar las limitaciones (de salud, belleza, dinero, capacidad) siempre presentes en la misma, nos hace incapaces de vivir una vida verdadera. La vida se convierte en un problema insuperable para quien no es capaz de adaptarse, contentarse, tener paciencia y aceptar que la realidad no es perfecta y que no lo somos nosotros ni los demás. Consecuencia de ello es una visión negativa y pesimista en la que nos enfocamos en lo que no tenemos y por ende nunca estamos contentos con nada.
Vive una vida que por muchos momentos sea Unplugged, desconéctate del celular, la laptop, el Facebook (la droga moderna), y conéctate con tus emociones.
El mañana llega muy rápido. Los días se convierten en años. Detrás de cada aparente final, descubre un nuevo principio. Detrás de cada logro, hay otro desafío. Si extrañas lo que hacías vuelve a hacerlo. No vivas de recuerdos llenos de polvo. Sigue aunque todos esperen que te rindas. Cuando no puedas correr, trota. Cuando no puedas trotar, camina. Pero nunca te detengas! Ten el coraje de vivir la vida que quieres para ti.
La meta es el camino; no te obsesiones con el futuro, no tienes idea de que pasará. Deja que llegue y será en función de lo que hagas hoy. Caminar despacio y concentrado es la mejor receta para correr lejos, muy lejos, sabiendo que el auténtico reto es saborear y apreciar cada kilómetro del trayecto.
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