En su libro, “59 segundos, piense poco para lograr mucho”, Richard Wiseman, dedica todo un capítulo a este tema. Resumiendo las partes más importantes de dicho capítulo: “Para detectar con éxito las mentiras, deshazte de los mitos sobre el comportamiento que rodean la hipótesis de la ansiedad y busca indicios que suelen relacionarse con alguien que piensa detenidamente. Olvídate de la idea de las palmas sudorosas, los movimientos y la falta de contacto visual, busca a una persona que, de repente, está más quieta y hace menos gestos.
Además, aprende a escuchar. Estate atento a una disminución súbita de los detalles, a un aumento de las pausas y a la vacilación, o a una repentina ausencia de las expresiones yo, mío y a mí, y a un aumento de los su y suyo.
Si, de repente, alguien empieza con evasivas, presiona para que te dé una respuesta directa. Para ayudar a localizar posibles cambios, intenta establecer o que los investigadores llaman una “base de referencia sincera”. Antes de hacer preguntas que puedan dar lugar a respuestas engañosas, empieza con las que crees que se contestarán con sinceridad. Durante dichas preguntas iniciales, intenta comprender cómo se comportan cuando son sinceros, observando su lenguaje corporal y escuchando lo que dicen. Después, durante las respuestas a las preguntas más peliagudas, busca los cambios de comportamiento que he mencionado antes.
Los resultados revelaron que había mentiras en el 14 % de los correos electrónicos, el 21% de los sms, el 27% de las conversaciones y el 37 % de las llamadas telefónicas. Según Hancock, somos más reacios a mentir en los correos electrónicos porque quedan registrados, así que nuestras palabras podrían volver para atormentarnos.
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