Según el Instituo español de resiliencia, ésta se define como la capacidad de afrontar la adversidad saliendo fortalecido y alcanzando un estado de excelencia profesional y personal. Desde la Neurociencia se considera que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión.
Buscando información sobre como crecer desde la resiliencia me encontré con un par de artículos de Enrique Rojas, Psiquiatra Español, especialista y autor de varios libros sobre el tema y me atreví a transcribir un artículo en el que menciona algunos de los pilares de la resiliencia:
1. La autoestima, pilar fundamental y base del resto
2. Introspección, o el arte de preguntarse a uno mismo y ser capaz de darse una respuesta honesta.
3. Independencia: Ser capaz de trazar los límites entre uno mismo y los problemas; mantener distancia emocional y física sin aislarse.
4. Capacidad para relacionarse, establecer lazos e intimidad.
5. Iniciativa, disfrutar al ponerse a prueba con tareas cada vez más exigentes.
6. Ser capaz de ver la propia tragedia con humor, sin convertir el recurso en una coraza.
7. Pensamiento crítico, una combinación de todas las anteriores que permite analizar las causas y responsabilidades de todo aquello que vivimos, para así poder enfrentarnos a las adversidades y superarlas.
Es necesario transformar el dolor, porque el dolor, como la energía, no desaparece, sino que cambia en una forma nueva, y eso es lo que hace el resiliente: utilizarla. Si no se encuentra significado a este dolor, es cuando se repiten pautas de conducta. Con una persona a tu lado que te ofrezca apoyo y comprensión, es posible encontrarle una salida y un objetivo claro. El amor puede sanar, pues la clave siempre está en los afectos, el contacto humano y la solidaridad.
Cinco medidas para desarrollar la resiliencia:
1. Buscar nuevos objetivos: Tras el choque emocional, el resiliente debe trazar nuevas metas adaptadas a su situación. Para ello hay que partir de cero, asumir que es alguien completamente distinto a quien era antes. En lugar de lamerse la herida, tiene que instaurar una nueva visión de la vida con otras prioridades.
2. Confiar en un círculo protector: La mejor manera de escapar de una espiral negativa es rodearse de personas afectuosas y solidarias que puedan comprender nuestra situación, tal vez porque han pasado por ella.
3. Renunciar a las gratificaciones inmediatas: Las personas que han pasado por un inmenso sufrimiento se sienten tentadas a descargarse temporalmente de este peso a través de huidas como el alcohol, las drogas, el juego, la violencia o las relaciones de usar y tirar. Son trampas que hay que evitar para construir una nueva vida.
4. Volcarse en el sufrimiento de los demás: Una manera muy eficaz de olvidar la propia desgracia es preocuparse por los problemas de los demás. Cuando preferimos ser útiles a caer en la autocompasión, nuestra autoestima se ve reforzada.
5. Sacar partido de las oportunidades: El resiliente tiene la capacidad de dejar atrás la herida y dar un paso hacia adelante.
Apuesta por el optimista, que siempre tiene más probabilidades de éxito que un pesimista no porque se cree a si mismo menos problemas, sino porque ve soluciones donde el otro solo encuentra obstáculos.
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