Muchos vemos en algún momento de nuestras vidas que la vida se vuelve como un cáncer que uno tiene que sobrellevar. Al parecer, no hay como hacer que termine la crisis por la que pasamos.
Sin embargo, no se debe desperdiciar una buena crisis, ya que suele ser una magnífica oportunidad para aprender de algo, si sabemos aprovecharla y para ello, nada mejor que sacar a flote los valores como la paciencia, el esfuerzo, la perseverancia, la fortaleza y una mentalidad de optimismo.
Soy de los que cree que en la vida no hay premios ni castigos, sino consecuencias, y nuestro futuro será una consecuencia de lo que hagamos hoy. Paul Guth decía “A veces nuestra suerte sería tener mala suerte. Ciertos triunfos son engañosos. Ciertas derrotas preparan lejanas victorias.” Dios aprieta, hasta que uno no pueda más, pero no te ahoga, es justamente así como se forman los campeones, y es así como debiera tratarnos un entrenador que nos quiere y quiere sacar lo mejor de nosotros. En ese momento, que mal la pasaremos, pero sin ese entrenamiento que nos dejó exhaustos, sin aliento, sin fuerzas, a lo mejor, no hubiésemos llegado a correr la maratón.
Y claro, que fácil es escribir, lo difícil es algo mucho más valioso, pasar la adversidad con esfuerzo y perseverancia. A veces el partido va en serio, no es juego de niños y a mucha gente le toca jugarlo de visitante, con dos jugadores menos, con el resultado en contra y con el árbitro parcializado. Y lo ganan!
¿Y por dónde empiezo? Joan De Dou, famoso psiquiatra y profesor del IESE nos dice:
“Aquí tenemos un punto previo, que es el autoconocimiento. Si uno no se conoce, pues muy mal. ¿Cómo puedo mejorar en una cosa si no sé en qué tengo que mejorar? Y a veces la gente pregunta: «Y si uno se quiere conocer, ¿qué tiene que hacer?». «Pues mira, primero uno tiene que reflexionar un poquito, pensar.» Habitualmente no lo hacemos mucho, eso de pensar. Dos: «Iría bien que escuchases». A veces algunos clientes, y a éstos, además, les cobro, me preguntan: «¿Y qué me aconseja usted?». «Pues escuchar.» «Esto es lo mismo que me decía mi madre.» «Es que quizá no hayas escuchado.» Porque lo que hacemos mal nos lo están diciendo continuamente. Y no una vez, sino muchas veces. «Oye, tú, no seas así.» «Oye, tú, frena.» «Oye, a ver si eres más tranquilo.» «Oye, muévete un poco más.» Nos lo dicen un montón de veces. Lo que pasa es que no prestamos atención.”
Es decir, primero reflexionar, segundo escuchar y agregaría un tercero que es haber formado la conciencia. Si no reflexionamos sobre lo que nos pasa, las alternativas de solución que podemos aplicar y leer y/o escuchar a los que ya han pasado por eso, es probable que el camino final todavía esté lejos.
Reinhold Messner, alpinista italiano que fue el primero en coronar las 14 cumbres de más de 8,000 metros, decía que con el tiempo , el éxito no es lo que pensábamos cuando éramos jóvenes. Ese éxito de la juventud, voy a tener mi propia empresa, voy a ganar mucho dinero, es efímero y superficial. “Ahora me doy cuenta de que el éxito es estar contento conmigo mismo, alcanzar ese estado interior que llamamos paz en la conciencia”.
Tres reglas básicas para superar la adversidad:
No te hagas reproches,
No te autocompadezcas y
No te dejes llevar en exceso por los sentimientos.
Ya he hablado algunas veces de Christopher Reeve, el actor que solía hacer de Superman y que quedó hemipléjico luego de una caída a caballo. En sus peores días, aquellos en los que la mente no para de enviarte mensajes descalificantes y pesimistas ¿A qué se aferró? A su familia. El dice: “Si me entrego a la autocompasión o expreso mi desaliento delante de mi pequeño hijo Will estoy poniendo una carga pesada e injusta en un niño de 5 años. Si me vuelvo hacia dentro de mi y paso el tiempo en la nostalgia del pasado , no puedo estar cerca de Mathew y Alexandre, dos adolescentes que necesitan del criterio y consejos de su padre. Por último, que tipo de vida podría compartir con Dana, mi esposa, si me dejo llevar y me transformo en un armatoste deprimido que se arrastra en silla de ruedas?”
Quizá el hecho de actuar en los dos roles más importantes de su vida, el de esposo y padre, lo hicieron reflexionar, no dejar todo al sentimiento, y salir adelante. Teniendo licencia para deprimirse, priorizó la cabeza sobre el corazón, ejercitando a contracorriente su voluntad. Es en este tipo de héroes, en los que creo, no en los profesores y “gurús” de la adversidad, que creen que con una sonrisa en el rostro, o el no pensar en ellas, ya se acabó el problema.
Muchas veces se trata de definir nuestro rol en la vida, queremos ser soñadores de realidades o realizadores de sueños. Y con el segundo es con el que vienen la fuerza de voluntad, el esfuerzo y la ilusión por saber que vendrá un futuro mejor.
El Papa Francisco dijo recientemente “No sean nunca hombres tristes. Un cristiano no puede serlo. No se dejen vencer por el desánimo. La nuestra es una alegría que no nace por tener muchas cosas, sino que nace por haber encontrado a una Persona: Jesús”
En fin, con este artículo cierro una etapa de mi vida. Habiendo leído, pensado y profundizado sobre adversidades ajenas, creo que ya es tiempo de implementar lo aprendido y gestionar la mía. Seguramente terminará tratándome como me lo merezco.
Quiero una vida nueva, llena de ilusiones, metas y riesgos. Dicen que cuando te acostumbras a la rutina y estabilidad de una vida sin grandes sobresaltos, la vida te pasa sin que te des cuenta, y así se me han pasado quizá algunos de mis casi 38 años. Y quiero cambiar. La buena noticia es que no estamos terminados.
Me queda claro que tengo que descubrir en este aparente final, un nuevo principio. Nada ni nadie, me quitará la manera de disfrutar mi vida, como dirían los franceses la “joie de vivre” (el gozo de vivir).
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