Un estudio de UCLA comprobó que las expectativas ejercen una gran influencia sobre nuestra felicidad y que las poco realistas son las asesinas de la misma. ¿Cómo gestionarlas?
Rolf Dobelli, recomienda que clasifiques tus pensamientos. Distingue entre «lo tengo que tener», «lo quiero tener» y «espero tenerlo». La primera expresión manifiesta una necesidad; la segunda, un deseo , y la tercera, una expectativa. No pienses que necesitas tener todo. Mejor di por ej. «quiero ser un líder que transforme para bien la vida de otros», «me gustaría escribir un libro» o «sería ideal vivir en Barcelona». Considerar los deseos como necesidades vitales sólo te malogran la vida, además, te incitan a cometer acciones torpes, sin importar cuán inteligente seas. Cuanto más temprano elimines este tipo de aparentes necesidades vitales de tu repertorio, mejor.
Esto no significa ser mediocre, siempre hay que mejorar, nuestro cerebro no funciona sin expectativas. Es una máquina de deseos, pero no seamos esclavos de ellos, hay que ordenarlos de manera consciente. Lo contrario también aplica, como decía Pablo Dors: “Solo sufrimos porque pensamos que las cosas deberían ser de otra manera. En cuanto abandonamos esta idea, dejamos de sufrir.”
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