A simple vista la respuesta parecería muy obvia, y debiera ser “con un aumento de sueldo”, sin embargo, no nos damos cuenta que el caer en esas “trampas mentales” es peligroso, básicamente porque el aumento de sueldo alegra el primer día, luego, uno se acostumbra a dicho sueldo, y si odiaba el trabajo porque lo sentía rutinario, o por temas de clima laboral o por cualquier otra razón, lo seguirá odiando.
Trabajo en una compañía de selección de profesionales y hace unos años se me ocurrió preguntarles a algunos candidatos: ¿Para qué quieren trabajar? Resumiendo las respuestas, comenzaron diciendo que para ganar dinero. Ok, les comentaba, ¿Y para qué quieren ganar dinero?, “Para comer” ¿Y para qué quieren comer? La mayoría contestaba que para vivir, entonces venía mi pregunta decisiva, ¿Y para qué quieren vivir? La gran mayoría me contestaba que para ser feliz.
Pero como no podía con la curiosidad, seguía preguntando, ¿Qué es ser feliz? Después de muchas respuestas, llegué a entender que es vivir con la conciencia tranquila de saber que estás haciendo lo que puedes por lograr los objetivos que te trazaste en todos los ámbitos (espiritual, personal, familiar, laboral y social.) No depende exclusivamente de ningún factor, ni del dinero (mucha gente con dinero es estructuralmente infeliz), ni de la compañía, ni siquiera de la salud (cuantos enfermos felices conocemos).
Entonces, la pregunta del millón sería, ¿Cómo encuentro un trabajo que me haga feliz? Buscando aquel que te permita maximizar tu remuneración relacionada con la calidad de vida que quieras tener, a lo que se le llama “Salario emocional”. Y es que la mayoría de nosotros no trabajamos exclusivamente para nuestras empresas o nuestros jefes, trabajamos para cumplir nuestras metas más íntimas, muchos lo hacen para si mismos, para demostrarse que pueden cumplir un reto personal, otros lo hacemos por un sentido de trascendencia y otros para brindarle lo mejor a su familia.
Soñar que importante hacerlo despierto
Hace unos meses tuve la suerte de escuchar una excelente conferencia en la que nos preguntaron con cual de las frases nos sentíamos más familiarizados: “Hago lo que me gusta” o “Me gusta lo que hago”. Detrás de estas frases se encuentra quizá una de las principales conclusiones de este artículo. Aquellos que escogieron la primera, se estrellarán contra la realidad tarde o temprano, ya que no podemos vivir pensando que en el hogar, en el trabajo hacemos solo lo que nos gusta, muy por el contrario, la segunda frase, a simple vista no es tan atractiva pero esconde uno de los secretos mejor guardados para ser feliz, ya lo decía Jean Paul Sartre, “La felicidad no está en hacer lo que uno quiere sino en querer lo que uno hace”, y es que con forma de pensar que conlleve este esquema, podremos ser felices en nuestros trabajos, atrapando lo mejor de lo que nos pasa, haciendo que nos guste, ya que de lo contrario, nos parecerá rutinario (cualquiera que sea el trabajo) y terminará por aburrirnos.
Que importante es automotivarse, crearse sus propios retos internos en el trabajo, saberse dueños de su propio destino, soñar con una forma de trabajar que incluya pasión y diversión, porque así se trabaja mejor. Nuestros gestos al entrar y salir de nuestro trabajo dirán si lo hemos conseguido.
¿Qué necesitamos? Cultivar el compromiso, la pasión, la humildad, elementos críticos para salir adelante. Prima hermana de la paciencia y la humildad es la perseverancia, compañera inseparable de la disciplina y el trabajo cotidiano bien terminado. Pero sobre todo mucho optimismo y entusiasmo, mucha pasión por hacer y terminar el trabajo bien hecho. Santiago Alvarez de Mon, aquel brillante maestro y profesor del IESE, decía que lo que el apetito es con relación a la comida, es el entusiasmo con relación a la vida. A un niño se le puede obligar a ir la cama, pero no que confíe en ti. A un profesional, que cumpla, pero no que se entusiasme. Es lo mismo que la comida hecha sin pasión. Puede salirte bien, pero no sale rica. Una cosa es cumplir, otra poner el alma. Y el alma solo se pone cuando hay pasión. Y hay pasión cuando la visión y el propósito de la empresa y la visión del equipo están alineados.
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