Quizá una de las preocupaciones más profundas del hombre es su futuro. En mi caso lo es así. ¿Qué tan incierto es? Y al decir futuro me refiero al día de mañana, al año siguiente, a los 30 años e inclusive después de mi muerte. Es por ello que resalto la importancia de tomar muy en cuenta al presente, de esto depende nuestro futuro, y de no perder la esperanza de que en la medida que vivamos un presente a conciencia, podemos tener la seguridad y la esperanza de que tendremos un excelente futuro. Y al decir excelente no me refiero a que nos sacaremos la lotería todos los días, los acontecimientos seguirán siendo buenos y malos, pero uno los lleva sabiendo que al final de todo el balance será positivo y por ende el resultado final favorable.
Al respecto nos dice Santiago Alvarez de Mon: “¡Cómo se agarra el pasado a los pies del presente para no dejarlo ir sin él al futuro!” ¡Cómo se pierde nuestra cabeza viajera en el pasado, tiempo agotado, o en el futuro, literalmente inexistente! ¡Cuánta gente anclada a la nostalgia del pasado, la cara oculta del miedo al presente! El pasado, baúl repleto de información, tradición y costumbres hay que conocerlo y respetarlo, sólo así podemos soltarlo y viajar ligeros.
Advierte Séneca: “¡Ten cuidado, no confundas vivir con perdurar! ¿Vivimos la vida o nos pasa por encima arramplando con todo? ¿Saboreamos los minutos o se nos atragantan las horas en una hiperactividad febril? Si el billete del tiempo sólo es de ida, con él no hay vuelta, ¿por qué dilapidarlo? Una sugerencia: aíslese y conteste hoy, hágase un hueco en la agenda, dedíquese un tiempo. Es un trabajo personal de artesanía que necesita y merece. Su mente aquietada se lo agradecerá, su corazón bombeará mensajes y susurros que lo mejor será soñar, interpretar y vivir, ya. “
La esperanza de un futuro mejor, sólo es viable en la medida que lo construyamos desde ahora, y que hoy mismo planifiquemos cual será la vida que queremos vivir, aprovechar nuestro tiempo al máximo en cosas productivas y luego de ello, la muerte que quisiéramos tener. Un día Mr. K, uno de los más grandes entrenadores de básquet del NCCA, invitó a su amigo Jim Valdano, ya gravemente diagnosticado como enfermo de cáncer a que se dirigiera a sus jóvenes jugadores. Estos son algunos de sus recados. “Chicos, la vida cambia cuando menos lo esperas. Ahora mismo, por ejemplo, mi meta en la vida es recuperarme y que nos volvamos a ver en la próxima temporada. Tú no sabes, nunca sabes lo que va a pasar mañana. Siempre he sido una persona que ha intentado reunir todo en el presente. Ahora lo hago cada vez más, porque el futuro es totalmente incierto para mí. ¿Por qué no hacen ustedes lo mismo? El futuro debería ser también incierto para ustedes. No pueden saber lo que sucederá mañana. Nunca piensen que el hoy no significa mucho, significa, representa todo. No piensen que les quedan un número infinito de días, no es así. Atrapen este día, cojan este momento, y saquen lo máximo que puedan de él.” Con estas palabras Valdano introdujo el sentido de urgencia en unos jóvenes que andaban acostumbrados, como cualquier otro joven, a perder su tiempo, su recurso más precioso. De haber sido invitado a Duke, Séneca le hubiera dicho algo muy parecido al equipo de Mr. K “Que tarde es comenzar a vivir cuando hay que abandonar la vida! Y tú tan ocupado, mientras la vida se apresura hasta su fin!. Séneca, invitación a la serenidad.
Para terminar los dejo con una cita sobre la esperanza, nuestra aspiración a recibir un premio por la forma como hemos vivido que ha escrito recientemente el Papa Benedicto: “A lo largo de su existencia, el hombre tiene muchas esperanzas, más grandes o pequeñas, diferentes según los períodos de su vida. A veces puede parecer que una de estas esperanzas lo llena totalmente y que no necesita de ninguna otra. En la juventud puede ser la esperanza del amor grande y satisfactorio, la esperanza de cierta posición en la profesión, de uno u otro éxito determinante para el resto de su vida. Sin embargo, cuando estas esperanzas se cumplen, se ve claramente que esto, en realidad no lo era todo. Está claro que el hombre necesita una esperanza que vaya más allá. Es evidente que sólo puede contentarse con algo infinito, algo que será siempre más de lo que nunca podrá alcanzar. En este sentido, la época moderna ha desarrollado la esperanza de la instauración de un mundo perfecto que parecía poder lograrse gracias a los conocimientos de la ciencia y a una política fundada científicamente. Así, la esperanza bíblica del reino de Dios ha sido reemplazada por la esperanza del reino del hombre, por la esperanza de un mundo mejor que sería el verdadero reino de Dios. Esta esperanza parecía ser finalmente grande y realista, la que el hombre necesita. Esta sería capaz de movilizar, por algún tiempo, todas las energías del hombre, este gran objetivo parecía merecer todo tipo de esfuerzos. Pero a lo largo del tiempo se vio claramente que esta esperanza se va alejando cada vez más.”
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