Una de las competencias que más deben salir a flote en estos tiempos de crisis es el liderazgo no sólo para manejar la empresa sino para todo en tu vida, para liderar tu familia, tus amigos a ti mismo, tomando en cuenta que el liderazgo es la capacidad para influir positivamente en la gente. Peter Senge, uno de los autores de Management más serios y comentados, en La Quinta Disciplina utiliza un ejemplo que nos viene bien a todos los que queremos ser líderes:
“Imagine usted que su organización es un buque, y que usted es el líder. ¿Qué función cumple? He formulado esta pregunta a muchos grupos de gerentes. La respuesta más común naturalmente, es el capitán. Otros responden “el navegante porque que fija el curso”, “el jefe de máquinas, que alimenta el fuego para dar energía”, “el director social, cerciorándose de que todos están enlistados, involucrados, comunicados”. Aunque todos estos roles son legítimos, hay uno cuya importancia eclipsa a todos los demás. Aun así, pocos piensan en él. Este papel descuidado es el del diseñador del buque. Nadie tiene influencia más grande que el diseñador. ¿De qué le sirve al capitán virar 30 grados a estribor si el diseñador construyó un timón que solo vira a babor, o que tarda seis horas en girar a estribor? Es infructuoso ser líder en una organización que esté mal diseñada. “
Y ese es justamente el corazón de nuestro trabajo, diseñar buques sólidos, seguros, modernos, adaptables, resistentes, que se enfrenten a grandes tormentas y que pueda ser controlado por el capitán, el jefe de máquinas, el navegante, y que se luzcan ellos haciéndolo bien para que los pasajeros salgan finalmente agradecidos por la travesía.´
Senge nos dice también que debemos ser arquitectos que se dedican a diseñar ambientes claros en los que los inquilinos se desarrollan profesional, intelectual, psicológica y espiritualmente. Es una actividad que se realiza en la sombra, casi en tinieblas, lejos del fulgor de los focos.
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