Tal Ben Shahar, el profesor del curso más famoso de Harvard: “Psicología positiva”, recientemente escribió este artículo en el que usa la hamburguesa para graficar las cuatro maneras en que afrontamos la vida. Cuando comemos una hamburguesa con mucha grasa, dice, sabemos que a largo plazo eso no nos hará felices, pero en el momento sí. O sea, beneficio presente versus perjuicio futuro. Esta es la hamburguesa hedonista. Esta actitud repetida durante la vida forma personas hedonistas, aquellos que sólo buscan el placer inmediato aunque sacrifiquen su beneficio futuro.
La otra es la hamburguesa vegetariana, dice Ben-Shahar. El que sacrifica el sabor y el placer inmediato porque está concentrado en su bien futuro. Podría parecer el tipo más sensato, pero no es lo “más feliz que puede ser”, porque en el fondo lo pasa mal toda la vida, subordinando constantemente el presente por un futuro que no sabe si va a llegar. Este es el rat racer: el trabajólico que no disfruta lo que está haciendo. Lo pasa mal para, después, pasarlo bien.
El rat racer es el prototipo más peligroso, porque encuentra gran aprobación social: sacrifica su vida por una gran meta. Se confunde con el arquetipo exitoso, los pares lo felicitan porque ha logrado su objetivo y nadie pregunta cómo lo pasó en el proceso. “La sociedad premia los resultados, no los procesos; las llegadas y no el viaje. Cuando alcanzamos el objetivo y llegamos a la meta experimentamos un alivio que confundimos con felicidad”, señala Ben-Shahar. Y el alivio, dice, es una felicidad negativa pues proviene de la ausencia de stress, dolor o ansiedad, presupone una experiencia negativa anterior y, además, es temporal y su efecto dura poco. “El rat racer, al confundir alivio con felicidad, continua inventándose objetivos por los cuales luchar, creyendo que cuando los consiga podrá ser feliz de nuevo”. Esto es como meter la cabeza a la tina y estar feliz porque al sacarla uno puede respirar de nuevo, ejemplifica en su libro.
“Cuando sienten que no llega la felicidad que esperaban piensan que llegará en la próxima promoción, con la próxima compra, en el próximo triunfo. Y la felicidad está mucho más determinada por nuestro estado mental que por nuestra cuenta bancaria o nuestros ascensos en la oficina. Está extensivamente demostrado que una vez que las necesidades de abrigo, techo y comida están satisfechas la plata adicional no hace diferencia en los niveles de felicidad de nadie”.
La peor hamburguesa es la del nihilista, el que cree que la vida no tiene sentido, que la felicidad no existe. Víctima del abandono aprendido, en un laboratorio el nihilista es la rata que ya no arranca porque sabe que igual le va a llegar el choque eléctrico y cree que nada puede hacer al respecto.
El nihilista se come una hamburguesa mala, se queja por la comida chatarra y más encima sabe que le hará pésimo a futuro, pero piensa que en estos tiempos no hay alternativa: perjuicio presente y futuro.
Habría, según el autor, una hamburguesa equilibrada, sana para el presente y sin perjuicios futuros: el arquetipo de la felicidad.
Ben-Shahar afirma que la felicidad es un estado formado por dos emociones primordiales: el placer inmediato y la noción de significado o trascendencia. Una vida feliz se compone de actividades que complementan estas cosas y otras que las combinan.
“Es cierto, hay actividades inevitables que no nos darán ni placer ni significado, como pagar los impuestos, pero hay muchas otras como ver insatisfecho tres horas de TV que sí podemos evitar”. Por lo tanto, dice, “Para ser más felices hay que aumentar las horas que pasamos en aquello que nos da placer o significado, y disminuir las otras”. La tarea es hacerlo.
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