top of page

La importancia del compromiso en el matrimonio


Hace ya un buen tiempo que no escribía sobre el matrimonio y considero un tema más que necesario porque hay que empezar a equilibrar la balanza. Se lee continuamente en los diarios, la cantidad de fracasos, rupturas, términos de matrimonio, y la gente se va haciendo la idea de que es hasta cierto punto normal. Y no es así, lo normal es que funcione, y funcione para siempre.

El gobierno cree que ha hecho un gran logro por crear un sistema de agilización de divorcios a través de las Municipalidades y no se da cuenta que lo que hace es darle un remedio eficaz pero para otro problema. Lo que necesita la gente no es que le agilicen el divorcio, sino que le den herramientas para no llegar a divorciarse, para construir, defender y trabajar el matrimonio. En ese sentido, ¿ha hecho algo el gobierno? Me imagino que muy poco porque no he escuchado de nada.

Y no es complicado hacerlo. Ayer releía “Mas allá del si, te quiero” de Aníbal Cuevas, el libro de un experto amigo español en temas de matrimonio. Y en él explicaba que contraer matrimonio significa querer mantener el compromiso contra viento y marea, poner los medios cada día para que así sea, poder estar seguro aunque nos acompañen las caídas, los malos momentos y las debilidades propias del ser humano.

El problema acá es que la gente se casa pero no está dispuesta a aguantarle pulgas a nadie. Para que se termine el amor no hacen falta violencia familiar, basta con dejar pasar como invitados permanentes a aspectos tan insignificantes como el aburrimiento, la monotonía, la falta de ilusión la poca delicadeza en el trato con el conyugue, la escasa dedicación, en fin, la mediocridad, que hacen que cada día se vaya deteriorando la relación.

Y claro, como no están dispuestos a ceder, entonces optan por terminar, sin darse cuenta que los principales perjudicados son ellos mismos. Creen que ya no hay amor porque no tienen el mismo “sentimiento de cuando s conocieron”. Y es que cuando uno se enamora sólo tienen ojos el uno para el otro y no existe nada más en el mundo. Pero lo que no saben es que en esa etapa priman los sentimientos. Decía Anibal Cuevas en su libro: “Esta manera apasionada de amar manifiesta algo que es característico del matrimonio: la unidad y la indisolubilidad. Ese primer deseo de unidad y de indisolubilidad que acompaña la primera etapa del amor y que es, hasta cierto punto, irracional de paso a un estado más tranquilo del amor. No es posible vivir exclusivamente del sentimiento y la pasión. Cuando una pareja decide casarse lo que está haciendo es racionalizar en cierta medida lo que está pasando.

Hasta ese momento son los sentimientos los que rigen la relación, sobre ellos está fundado el deseo de estar siempre juntos. Al tomar la decisión de casarse lo que se está haciendo es afirmar que lo que ocurre se quiere mantener el tiempo. Estos deseos de estar juntos y para siempre los quieren reafirmar.

Es en este momento cuando surge el compromiso real, un acto libre de la voluntad por el cual quienes se casan se comprometen a mantener la unidad y la indisolubilidad de su amor.

No aceptar esto supone no entender la verdadera naturaleza del matrimonio, que no consiste en legalizar un sentimiento sino confirmar un compromiso. Hasta antes de casarse no existe un compromiso firme de mantener el amor, por tanto, entra dentro de lo natural que pueda haber una ruptura si desaparece el deseo de estar sólo contigo y para siempre.

Algo distinto ocurre cuando ya se ha aceptado el compromiso de mantener las características del amor en el matrimonio. Aceptar el matrimonio supone aceptar lo que es sustancial y comprometerse a vivirlo.

Aceptado el compromiso, corresponde a los esposos poner los medios para mantener esos deseos consustanciales de unidad e indisolubilidad que ya no sólo se sustentan en los sentimientos, sino también en la libertado y en el querer.

Los sentimiento son oscilantes, aparecen y desparecen dependiendo de muchos factores, por ello no deben ser el sustento del amor matrimonial ni se les debe dar un papel determinante. Lo determinante y definitivo del matrimonio es el compromiso adquirido libremente de querer sólo y siempre al cónyuge.

Mantener este compromiso puede costar esfuerzo pero no es imposible. Los sentimientos pueden ser buenos aliados y por ello corresponde a los esposos avivarlos y hacerlos crecer cada día para que acompañar al compromiso adquirido.”

0 comentarios

Comments


bottom of page