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La muerte, aquella indeseable


Ayer me pasaron un video muy bueno que adjunto al final de este artículo en el que un profesor de la Universidad Carnegie Mellon de USA da a sus alumnos su última clase porque que ha sido informado que tiene un cáncer terminal. Pero lo mejor de esto es la manera como toma la adversidad y hace limonada del limón, es decir, le saca provecho a todo lo que le pasa.

Y es que así llegan los problemas, sin pedirlos y sin pensarlo, cuando uno menos lo espere, y así seguramente nos llegará también la muerte. Decía Joaquín Sabina que la muerte es una amante despechada que juega sucio y no sabe perder. Es la única cosa segura en esta vida, porque a todos nos llegará, a unos ya con una edad avanzada y a otros muy jóvenes, pero será cuando más nos convenga. Dios no es un cazador que aprovecha el primer descuido de la presa para cazarla sino es un buen hortelano que sale a la cosecha de la fruta en su mejor momento, en el que más le conviene, ni antes, ni después.

Mucha gente se ha prohibido inconcientemente hablar sobre ella y planteársela en serio con el pretexto de no complicarse la vida. Ya lo decía Santiago Alvarez de Mon “Puerta negra, impasible y desaborida, ha sido trasladada al sótano lejano, profundo y tenebroso, allí se le tiene a raya. Nadie baja, solo cuando aporrea salvaje y se lleva a un ser cercano, se la mira de reojo, y se ahogan sus preguntas en una febril actividad.”

El mismo Santiago nos cuenta en su libro “Desde la adversidad” la historia de José Carreras, aquel extraordinario tenor diagnosticado con cáncer: “Un viajero de paso, sólo se alojó en el viejo caserón una temporada corta pero intensa, no tuvo más remedio, mal que le pesara, de mantener la mirada. La muerte le guiñó un ojo…él le contestó que se tomara un valium, que se esperara, y desde entonces, aunque la respeta, ya no le tiene miedo. Se registró en recepción bajo las siglas de J.C., responden al nombre de Joseph Carreras. El, agradecido a la vida, curado de un cáncer, escucha y responde a una voz que le sugiere hacer algo por los demás. El servicio a la comunidad más necesitada, en este caso los enfermos de leucemia, es parte de su pirámide motivacional.”

Otro de los casos a destacar es el del ciclista campeón del mundo Armstrong, también diagnosticado con cáncer a los 25 años, quien ha tenido varios encuentros con la muerte. Nos cuenta en su libro: “La víspera de la intervención quirúrgica en mi cabeza, por la noche, pensé acerca de la muerte. Me pregunté por mis valores más auténticos y definitorios. Me cuestioné si en caso de morir quería hacerlo peleando o entregándome pacíficamente. ¿Qué carácter mostraría en ese crítico momento? ¿Estaba contento con mi vida, con lo que había logrado hasta esa fecha? Pensé que básicamente era una buena persona, aunque hubiese podido ser mucho mejor. Medité sobre todo aquello en lo que de verdad creía, nunca he rezado mucho, pero sentí que tenía la capacidad para ser una persona espiritual, que tiene unas creencias sólidas y fervientes. Sencillamente, creía que tenía la responsabilidad de ser una buena persona. Y eso significa ser trabajador, honesto, justo y leal.”

Cuantos de nosotros tenemos reprimidas esas preguntas, que sólo aparecerían en momentos tan críticos como ese, y la pregunta es ¿vale la pena llegar a ese momento para preguntarlas?


En el juicio final Dios preguntará como hemos administrado nuestra vida. No somos propietarios de nuestras vidas sino administradores, nos encargamos de que nuestra vida dé frutos. Es un examen en el cual ya sabemos las preguntas, y además es el más importante y decisivo de nuestras vidas, porque una vez entregado ya no hay nada que se pueda hacer.

Se trata de aprender a vivir mejor porque si vivimos mejor moriremos mejor. ¿Te has preguntado alguna vez por la muerte?

Antes que me olvide, los dejo con el video que les prometí al inicio, realmente buenísimo, véanlo: http://www.latercera.cl/contenido/44_33682_9_0.html

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