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Las reglas de tu familia…¿existen?


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Nos hemos acostumbrado a vivir sin reglas.

Ayer mi padre cumplió 82 años. Y la verdad que cada año lo admiro más. Y es que cada año, a medida que mi hijo va creciendo (tiene 4 años) me doy cuenta del por qué de muchas de las cosas que pasaban en casa y que no entendía el por qué. Debo reconocer que este artículo me inspiró a hacerlo la lectura del último libro de Leopoldo Abadía, profesor del IESE.

Somos 4 hermanos, y vivíamos con algo que es considerado “anticuado” hoy por hoy que son las reglas. Si uno se pone a analizar, en todo hay reglas. Sino, nada funcionaría como debe ser.

  1. En el trabajo, la hora de llegada son las 9 y la hora de almuerzo la 1:30.

  2. En el Club no se puede fumar en las áreas sociales.

  3. En los restaurantes no se puede comer gratis.

  4. En la calle, no puedes andar tirando las cosas que no te sirven porque generas basura.

Pues bien, en todas partes hay reglas. Y cuando vivía con mis padres, también, como las tenía cualquier otra familia. No son iguales. De hecho las reglas con mi familia (esposa e hijo) son diferentes, porque los tiempos son diferentes, pero la esencia trato (y digo trato porque a veces es muy complicado) de mantenerla, así como el cariño a la familia. Son mi mejor compañía, y también mis maestros favoritos.

Acá les mando un breve resumen, ojo, no están en ningún orden:

  1. La levantada era a la hora exacta, ni un minuto más, ni uno menos. Los fines de semana el límite eran las 10am, porque había que aprovechar el día. Mi papá me dijo una vez “Si eres lo suficientemente hombre para quedarte hasta tarde, lo debes ser también para levantarte a tu hora”.

  2. Al salir nos despedíamos, y al regresar saludábamos. Nadie pasaba desapercibido.

  3. El que se equivocaba, pedía perdón y punto. Mi mamá me decía siempre ¨Nunca te canses pedir perdón, nunca te canses de perdonar”.

  4. Para agarrar algo que no era nuestro debíamos pedir permiso.

  5. Luego de cualquier cumplido, o de recibir un favor, o de que alguien nos pase algo en la mesa o en cualquier parte, estábamos “obligados” a decir “Gracias”.

  6. Cuando mis padres decían “no” era no. Me enseñaron muy rápidamente el significado de esa palabra, y con ello, el valor de la renuncia, el diferir la gratificación.

  7. Los Domingos todos a misa y en la medida de lo posible, a la misma hora (aunque luego mis hermanos mayores ya iban a su hora con sus enamoradas y por su cuenta).

  8. En casa se comía juntos. Así sea verano y estuviésemos en la playa, nunca se almorzaba sin polo.

  9. Si no veníamos a comer, avisábamos, y no tanto para pedir permiso, sino para que no cocinen de más.

  10. Teníamos hora de llegada en las salidas de los fines de semana, todos, los 3 hombres y mi hermana, a cualquier edad, si bien, habían permisos especiales para fiestas especiales, pero siempre teníamos un límite.

  11. Nadie dejaba la ropa sucia tirada. Antes de irse, el cuarto debía estar ordenado.

  12. El baño limpio (todos los hermanos lo compartíamos). Tapa bajada y agua limpia.

  13. Mi papá siempre decía “Se gasta lo que se deba aunque se deba lo que se gaste”. Y siempre se las arreglaba para que todos estemos con lo que necesitábamos, contentos, muchas veces dejando de lado sus gustos personales.

  14. A la abuelita y a la tía abuelita que también vivía con nosotros, había que cuidarlas, engreírlas (una era sordita) y tenerles muchísima paciencia, además de cederles uno de los 2 televisores. Porque sino, eso de la tolerancia y la solidaridad “no eran más que un cuento”.

  15. A las personas de servicio, se les respetaba, y se le trataba como si fueran de la familia. Es más, Maye, mi nana, hasta ahora ayuda a mis papás. 39 años con nosotros! Es un ejemplo de buen trabajo y siempre con una sonrisa.

  16. Mis padres tenían un solo mensaje, lo que decía mi papá (permisos, horarios, etc.) lo respaldaba mi mamá y viceversa.

  17. En reuniones en casa debíamos velar para que ningún vaso de los invitados esté vacío, nosotros fungíamos de anfitriones y mozos al mismo tiempo.

En fin, el que quiera, que copie algo, el que no , que no copie nada. Pero eso si, todos debiéramos tener algunas reglas en la familia. Las que quieran. No hace falta ni siquiera que las pongan por escrito, no las lee nadie. Como decía un buen amigo, los valores se practican, no se predican.

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