La frase completa que me motivó a escribir este artículo es: Lo barato se compra con dinero, pero lo realmente importante no tiene precio. Y es que en el mundo en que vivimos está tan arraigada la creencia de que el dinero compra la felicidad, que muchos que se la creen terminan estrellándose contra una realidad esquiva y diametralmente opuesta a ese razonamiento. Aprovecho para ampliar un artículo que leí sobre un estudio del IESE de España con la venia de mi profesor y autor de este artículo, el Profesor Manel Baucells, que analiza por qué el dinero no logra hacernos felices.
“Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas, un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…” Groucho Marx no andaba tan descaminado. El dinero no da la felicidad, pero la puede comprar, la única duda es cuánta cantidad. Y no es tanta como uno espera porque no sabemos administrar el dinero, nos acostumbramos demasiado rápido al nuevo tren de vida y nos comparamos con personas mas afortunadas. Una mujer que conduce un carro pequeño y antiguo en su época de estudiante puede hallar una dicha temporal cuando empieza a trabajar y logra comprarse un bonito auto deportivo del año, pero pronto se acostumbrará a conducirlo, lo integrará como una parte habitual de su vida y dejará de alegrarla. Es lo mismo que le ocurre a los ganadores de lotería. Un estudio de Brickman, Coates y Janojj Bullman señala que aquellos a los que les toca un gran premio económico solo experimentan un incremento de felicidad el primer año, mientras que los años siguientes se mantienen igual porque ya se han acostumbrado al nuevo tren de vida y no les resulta extraordinario. Lo que da la felicidad es el cambio, el paso de un escalón a otro, por eso, mantenerse siempre en uno, aunque sea muy elevado, deja de hacernos felices, explica Manel Baucells. Para solucionarlo, el profesor tiene una receta: “Si te toca un millón de euros, debes hacer tus cálculos para que la mejora de tu situación sea paulatina y gastar solo 1% de lo ganado el primer año, un 2.5% al siguiente y así progresivamente hasta alcanzar incrementos de 30 y 40%.
Conducir un auto deportivo deja de ser tan agradable cuando uno se encuentra en el garaje con el nuevo Porsche del vecino. A los deportistas de élite por ejemplo, les ocurre igual. Unas encuestas revelaron en 1995 que los medallistas olímpicos de bronce estaban mas contentos que los que habían ganado una de plata, ya que se comparaban con aquellos que no habían subido al podio, mientras los clasificados en segundo lugar tenían pesadillas porque creían que se les había escapado la medalla de oro. Dos investigadores dieron a elegir en 1998 a los alumnos de la Escuela Pública de Salud de Harvard entre dos escenarios: en uno, ellos ganarían 50,000 dólares cuando el resto del mundo lograría US$ 25,000, es decir, la mitad, mientras que en el segundo escenario ellos ganarían US$ 100,000 cuando el resto del mundo ganaría US$ 250,000, mas del doble. Todos prefirieron el primer escenario. Por eso la felicidad social no ha avanzado pese a que mejore la calidad de vida de un país, porque nos peleamos siempre por tener lo que tiene el vecino.
Finalmente, el informe habla de dos tipos de bienes, los básicos, como comer, descansar o disfrutar con los amigos, los cuales son siempre placenteros, y los de consumo, como un auto o un viaje al extranjero, a los que uno se acostumbra mucho mas rápido de lo esperado y, por tanto, el éxtasis dura poco. El dinero puede comprar la mayoría, pero la dicha de los bienes materiales dura menos. Por ello, es mas feliz aquel que centra el bienestar en estos bienes básicos y no los de consumo.” Como podemos ver las personas mas felices no son las que tienen lo mejor de todo, sino mas bien aquellas que saben sacar lo mejor de todo lo que les pasa en la vida. Quizá el secreto de la verdadera felicidad como dicen, mas allá del tema económico, está en querer lo que uno hace mas que en hacer lo que uno quiere.
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