La semana pasada todo el mundo estuvo al tanto de la final del mundial de futbol. Sin embargo, hubo un hecho que fue el que más me llamó la atención, y buscando información sobre el mismo, me encontré en Internet con un artículo de Andrés Aberasturi, columnista español, que me he permitido trascribir porque sintetizó lo que estaba buscando comunicarles de una manera genial.
Como saben, el entrenador de la selección española, Vicente del Bosque, tiene un hijo con síndrome de Down, y a pesar de que cuando nació, según lo que el mismo comenta, lo hizo sufrir mucho a Vicente, hoy considera que es “un fenómeno, es la alegría de la casa”.
¿Puede Dios utilizar la enfermedad para bendecir a alguien, a una familia o para lograr un propósito o fin bueno? ¿Es la enfermedad sinónima de pecado, o puede ser usada por Dios como un elemento que al fin de cuentas se convierta en bendición? Creo que la respuesta cae por su propio peso.
Gran ejemplo de hombre este Vicente, brilló en el mundial por sus dotes técnicas como entrenador, pero ahora que me he metido a conocerlo más, brilla mucho más como persona, como líder. Me acuerdo en una entrevista luego de la caída de España ante Suiza, le dijeron que pensaba hacer y dijo que nada, seguir con lo mismo. Un tipo muy seguro, había trabajado muy bien, no necesitaba cambiar, un tipo que no andaba enfadado con el tiempo, y al final éste le dio la razón, y es que cuando uno hace bien las cosas, tiene el talento, la disciplina y la perseverancia necesarias, el resultado cae solo, es una consecuencia, y es lo que logró Vicente.
Los dejo con el artículo:
“No ha sido Iniesta con su gol, ni Iker con su beso, ni tantos otros -todos- los que a lo largo de un mes han logrado arrancarme una sola lágrima; es verdad que me han acelerado el pulso, me han cabreado, me han hecho feliz, han logrado que chillara, que me quedara mudo* todo menos llorar. Hasta que llegaste tú, Alvaro del Bosque, y dijiste a no sé qué cadena de televisión que te sentías orgulloso de tu padre, que siempre le querías ayudar y que tu corazón estaba con él. Fueron apenas unos segundos frente a la pantalla, los suficientes para que un lagrimón cruzara la barrera de mis ojos cansados de haber visto la tierra que no cambia. Y lo has conseguido; ya ves, Alvaro, lo que no han conseguido ellos sobre el césped durante no sé cuántos partidos, me la has dado tú en apenas unos segundos. Ya te imaginarás que no lloré de pena sino de emoción, de solidaridad, de entendimiento de muchas cosas. Puedes estar contento porque lo que dijiste a la tele, lo has conseguido plenamente: a tu padre se le entiende a través de ti, se le nota a leguas que tu ayuda ha sido indispensable para ser la persona que es y que junto a su corazón, late el tuyo porque los corazones no sabe de síndromes ni cromosomas.
Te escribo esta carta cuando aún no han empezado los líos de las celebraciones oficiales y por eso no sé si tu padre, el hombre al que sin duda tú enseñaste a ser tranquilo y a relativizar el dolor del fracaso y el fulgor del éxito, cumplirá la promesa que te hizo de subirte al autobús de los héroes. Si al final no ocurre, no te enfades demasiado. Vicente es así y hasta es posible que le de vergüenza pedir para alguien suyo un trato de favor; escondido, casi parapetado tras ese bigote tan poco galáctico, tu padre es la personificación del hombre bueno, del viejo jugador que lo consiguió todo, del entrenador magnifico pero que no daba bien en las fotos, del seleccionador que ha unido a un equipo y a un país, de la persona que cada día te llevaba al colegio de integración y firmaba paciente los autógrafos que tú habías prometido a tus compañeros de clase.”
Pueden ver la entrevista a Alvaro del Bosque en:
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