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Nuestro futuro laboral, esa incertidumbre


Después de este complicadísimo 2009,¿Cómo enfrentar nuestros retos laborales, como superar las metas propuestas sino sabemos hasta cuando durará la crisis?

Evidentemente no pienso dar con la solución perfecta en este artículo, sin embargo, me atrevo a plantear algunas ideas que estoy seguro, ayudarán a “capear mejor el temporal” este año y por que no, esperar que sea otro 2008 en términos de resultados.

La crisis nos golpeó mucho más de lo que esperábamos, pero no nos mató. Esos meses nos enseñaron que no se sale adelante celebrando éxitos… sino superando fracasos, y creo que para salir adelante hemos tenido que asumir y aprender de nuestros errores. Dicen que la excelencia tiene más que ver con la gestión del error que con la ausencia del mismo. El optimismo no consiste en esconder la realidad sino enfrentarse a los problemas que la misma plantea con esperanza, sentido de realidad y un plan concreto de solución.

Quien mejor que Lance Armstrong, 4 veces campeón mundial de ciclismo, para que nos explique como aprendió de sus errores. Nos dice en su libro autobiográfico Its not about the bike: My journey back to life:  “El día de mi debut profesional, la clásica de San Sebastián, muchos corredores iban abandonando y estuve tentado de hacer lo mismo, pero no podía, era mi primera carrera profesional. Sería demasiado humillante. De ciento once corredores acabé último. Todo el mundo se reía de mí. Unas pocas horas después, sentado en el aeropuerto de Madrid, pensé en dejarlo todo. Cuando iba a San Sebastián pensé en que podía ganar. Llamé a Chris Charmichael, mi entrenador. Le dije que estaba muy afectado y que estaba pensando en dejar el ciclismo profesional.  Chris me escuchó atentamente y contestó: “Lance, vas a aprender más de esta derrota que de ninguna otra de tu carrera en toda tu vida”  Ok, le respondí al colgar. Después de dos días de descanso, competí en Zurich. De un grupo de cien ciclistas, quedé segundo. Después de todo, parece que valgo para esto. “

Claramente, nuestro futuro en el trabajo dependerá de nuestra capacidad de anticipar el futuro, prepararse al mismo, resolver los problemas que de todas maneras vendrán, y tener un plan de contingencia para aquellos golpes que inevitablemente tendremos que recibir. Podremos reducir el impacto e inclusive salir victoriosos en la medida en que saquemos lo mejor de nuestro talento y el esfuerzo para empezar y terminar las tareas muy bien hechas.

Lo que se necesita hoy

Si hubiese que definir al profesional perfecto, capaz de sobrepasar todas las metas, debiera contar con algunas de las caracerísticas mencionadas por Montse Mateos, experto en temas laborales en Madrid. Nos dice que la capacidad de gestión, la flexibilidad y las dotes para dirigir equipos son las características que definen a los ejecutivos que demandan las empresas hoy en día. Para ser un profesional exitoso no será necesario haber sido el primero de la clase, contar con un MBA o una dilatada experiencia. Aunque todo esto ayuda, lo que las empresas necesitan ahora son directivos capaces de  conseguir resultados a corto plazo pero pensando en el futuro. Se quiere a aquellos que tienen recursos para salir de este atolladero con su creatividad, empuje y capacidad de decisión; los que no tienen miedo a equivocarse y los que aportan una capacidad de gestión enfocada al ahorro de costos y al incremento de oportunidades para seguir desarrollando negocio.

Se necesitan directivos que se remanguen y tiren del carro como uno más, con gran orientación comercial, con capacidad de ejercer cuantas tareas se les asignen en función de cómo evolucione la situación. El superman que venía a gestionar la abundancia y a desarrollar grandes proyectos de expansión ya no es necesaria.

Por mi trabajo en Laborum, en el que constantemente manejamos procesos de selección, soy un convencido de que hoy en día los aspectos personales del directivo tienen más relevancia que los conocimientos técnicos. Se buscan valores como la confianza en sí mismo, la ética, la capacidad de comprometerse con un proyecto y, sobre todo, inteligencia y habilidad emocional. Nuestros clientes nos piden ejecutivos orientados hacia los resultados a corto plazo; quieren personas que se dediquen a pensar y que resuelvan los problemas del día a día pero sin dejar de lado el enfoque principal de la empresa a largo plazo. Es el momento de los McGyver dispuestos a hacer maravillas con los medios disponibles, y crear soluciones asombrosas con lo que encuentran a su alcance, en vez de quejarse de lo que les falta.

Conclusiones

Que este año nos va a costar el doble de esfuerzo, probablemente, pero estamos acostumbrándonos a eso. Yo tengo una filosofía que ha sido: “Si alguien puede dar 10 hay que ponerle de meta 20 para que de 15. “ ¿Qué necesitamos? Promover un clima individual y grupal de mucho esfuerzo, empeñados en terminar las cosas muy bien hechas. Un equipo que no necesariamente sean los Superamigos, pero que si se respeten, que sepan que si uno se cae, inmediatamente saldrá el del costado a dar la cara por él, que se miren a los ojos, que se rían, que tengan hambre de crecer, que sean humildes para reconocer errores y carencias, que cuando se caigan se levanten rápido e insistan cuando el resto se cierra y se retira, que no caigan en la tentación de hablar a espaldas del otro, que cuando se peleen, sean los que tiendan la mano para amistarse así tengan la razón.

Creo que vale la pena repensar y actualizar nuestros paradigmas sobre la forma como queremos cumplir y sobrepasar nuestros objetivos laborales de este año. Tiene mucho que ver con mezclar posiciones aparentemente opuestas como trabajar y divertirse, sudar y disfrutar, razonar e imaginar, pensar y actuar, esforzarse y relajarse, perder y ganar. Nuestro éxito estará en saber utilizar en su justa medida y en su debido momento cada una de estas variables de acuerdo a lo que la prudencia nos dicte que debamos hacer en cada caso. Dicen que bajo el sol existe un tiempo para cada actividad.

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