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¿Qué nos hace estar felices?


La pregunta de las preguntas es “Qué nos hace ser felices” y en varios artículos he comentado que está muy relacionada con la tranquilidad de conciencia, con saber que estamos haciendo y luchando por hacer lo que debemos hacer en ese momento. Sin embargo, pocas veces he tocado el tema de “estar felices” un concepto más relacionado a bienestar, a algo pasajero, pero no por ello menos importante.

Para ensayar una respuesta que nos sirva, me he apoyado en Tal Ben Shahar, quizá el referente a nivel mundial en este tema, Psicólogo y a cargo del curso con más alumnos inscritos en la Historia de Harvard “Psicología Positiva”.  En su bestseller Happier definió la felicidad como una combinación entre significado y placer. “Si trabajo en algo que es significativo para mí, si siento que es importante, si creo que hace la diferencia, y si además disfruto de mi trabajo y experimento placer, entonces, mi trabajo me entrega felicidad”, ejemplifica. Si lo que hacemos es sólo significativo o sólo placentero, aquello no es suficiente para sostener la felicidad, es imposible experimentar significado y placer todo el tiempo, “pero si lo experimentas la mayor parte del tiempo, es una relación feliz”.

Ben-Shahar cita constantemente estudios que avalan su planteamiento: “hay investigaciones”, asegura, “que muestran que la gente que escribe una lista de cinco cosas por las cuales debe agradecer es gente más feliz, más optimista, más exitosa, físicamente saludable, más simpática y más generosa con los demás”.

Uno de los temas que llama la atención de su libro es la relación entre religión y felicidad que da a entender. Dice  que  cuando uno observa las investigaciones, la gente religiosa generalmente es más feliz que la no religiosa. La religión entrega significado: sé por qué me levanto cuando despierto en las mañanas, sé lo que estoy haciendo cuando voy a la iglesia los domingos. Sabemos que la gente que expresa gratitud es más feliz que la que no lo hace, y en la religión hay un mecanismo interno, que te conduce a la gratitud.

Algunos consejos que da para estar felices:

1. Permítase ser humano. Cuando aceptamos las emociones, como el miedo, la tristeza o la ansiedad, como naturales, somos más propensos a superarlas. Rechazar nuestras emociones, positivas o negativas, conduce a la frustración y la infelicidad.

2. Tenga en cuenta que la felicidad depende principalmente de nuestro estado de ánimo, no del estado de nuestra cuenta bancaria. Salvo en circunstancias extremas, nuestro nivel de bienestar está determinado por aquello en lo que elegimos enfocarnos, y por nuestra interpretación de los acontecimientos externos.  Por ejemplo, ¿Cómo vemos el vaso, medio lleno  o medio vacío? ¿Vemos al fracaso como algo catastrófico, o como una oportunidad de aprendizaje?

3.  ¡Simplifique! Estamos, en general, demasiado ocupados tratando de hacer cada vez más actividades en menos tiempo.  La cantidad influye en la calidad, y comprometemos nuestra felicidad cuando tratamos de hacer demasiado.

4. Recuerde la conexión mente-cuerpo. Lo que hacemos,  o no hacemos, con nuestro cuerpo, influye en nuestra mente. Hacer  ejercicio regularmente, dormir lo suficiente y comer de forma saludable, lleva tanto a la salud física como mental.

Me permití copiar textualmente parte de una entrevista que le hacen relacionada a este tema:

– Hay quienes plantean que luego de un gran dolor es posible valorar la vida y ser más feliz que antes.

– En estudios en enfermos terminales, en gente con cáncer a quienes les dan entre 3 a 6 meses de vida, muchos de los encuestados declaran que por primera vez se sienten vivos. Porque por primera vez aprecian respirar, una caminata en medio de los árboles, una flor, los amigos cercanos que tienen. ¿Necesitamos esperar? ¿Esperar algo a veces muy trágico para valorar que la felicidad está dentro de nosotros y alrededor de nosotros? No, si cultivamos la capacidad de gratitud.

– ¿Existen países más felices que otros, como aseguran diversos estudios?

– Los que tienen políticas de libertad, las democracias, son más felices que aquellos que viven en dictadura. Países donde la mayoría de la gente tiene sus necesidades básicas satisfechas (comida, techo, educación), son más felices. La razón por la cual los países latinoamericanos son más felices es porque las familias son muy valoradas. En los Estados Unidos, la gente se ha vuelto menos feliz porque hay menos énfasis en las familias, están enfocados en el éxito, en el trabajo, en conseguir un ascenso, en tener más dinero. Tienen menos tiempo para pasar con sus familias, menos tiempo para estar con sus amigos. Es más importante tener tiempo de calidad con la gente que se quiere.

– ¿Es posible entregar a los niños herramientas para que sean más felices?

–  Cada noche antes de irse a dormir le pregunto a David, mi hijo mayor de cinco años, ¿qué fue divertido hoy? Él me responde y me pregunta y a ti, ¿qué te divirtió? Es un ritual, un hábito que hacemos todas las noches. Alrededor de la mesa de la cena, uno debe preguntarles qué cosas del día estuvieron difíciles y qué fue lo bueno. Aprenden a ver la realidad como un todo. Quejarse es importante, pero también lo es apreciar lo bueno.

Es muy importante hablarles del esfuerzo que conlleva trabajar duro, más que decirles eres tan inteligente, tan talentoso. Porque cuando les decimos eso ponemos presión en ellos y comienzan a sentir miedo de fallar. Si le dices has puesto esfuerzo en esto, y luego fallan, no importa: trabajarán incluso más. Estos errores los cometen los padres con muy buenas intenciones. Lo mismo ocurre si ni lo hacen bien. Si no les va bien, debes decirle no trabajaste lo suficiente, puedes hacerlo mejor si pones más esfuerzo. Se trata de poner el foco en el viaje más que en la meta.

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