Hace un par de semanas escribí un artículo con el título de “¿Qué te ha enseñado la vida?” con el fin de plantear una reflexión que me parece muy válida para reorientar nuestro camino o seguir por el mismo. He recibido algunos excelentes comentarios de algunos de ustedes que no quería dejar más tiempo sin publicarlos, porque me ayudaron bastante y espero a ustedes también. El primero viene de Cintia de Argentina:
“Que buena pregunta! Leí la nota, me gustó, pero me dejó pensando… que pregunta difícil! Recién ahora, después de una semana, encontré una respuesta, entre tantas respuestas posibles, claro. La vida me enseñó que los seres humanos (o al menos yo) queremos certezas y la vida es incertidumbre. Queremos que las cosas sean de cierta manera y nos cuesta aceptar que las cosas son como son, no como nosotros querramos que sean. Que en la vida hay que correr riesgos, que uno no sabe como van a resultar las cosas que emprendamos… pero si no nos arriesgamos tampoco vamos a saberlo… Que hay dos opciones, o te la jugás o no te la jugás. Resumiendo, la vida me enseñó que es mejor amigarse con la idea de que en la vida no hay certezas, seguridades, porque si no os amigamos con la idea acabamos detenidos… sin vivir por miedo a quien sabe que cosa.”
Otro comentario se refirió a que lo que había aprendido es a vivir con la conciencia limpia, es más todavía estaba en proceso de limpiarla. Y es que creo que eso es una constante.
¿Qué por qué hago estas preguntas? Porque el sólo hecho de planteártelas tu mismo te hace pensar. Ahora están de moda los sentimientos y es bueno, pero la gente siente y siente y actúa únicamente guiada por eso y al final no piensa nada. Vale la pena pasar por esta pregunta, y el que se reconoce como un idiota porque piensa que la vida le ha enseñado poco, no lo es, por el contrario, tiene la humildad de reconocerse como es, y de saber que le falta mucho por aprender. Como dice la frase “El que reconoce un punto de locura e irracionalidad en su naturaleza está en camino de la cordura”.
Un consejo rápido y gratis, desconfía de aquellos que no se cuestionan sus éxitos o peor aun, aquellos que no los agradecen y se piensan superiores por alcanzarlos. Parte de la madurez de una persona consiste en interrogarse el porqué de las cosas y de sus actos, porque eso le permitirá enmendar el camino cuando haya que hacerlo, y no creérsela demasiado cuando haya alcanzado lo inalcanzable de forma tal que pueda seguir aprovechando las oportunidades que le da la vida con humildad y sencillez.
Hay trenes que sólo pasan una vez en la vida, los suelen tomar los pasajeros despiertos y precavidos que están dispuestos a preguntarse y repreguntarse las preguntas que realmente valen la pena hacerse.
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