Esta semana les traigo un artículo aparecido en el boletín del Iese:
Juan de la Cruz Ramos Cano, Juande, es un entrenador con una de las trayectorias más sólidas del mundo del fútbol. Aún con altibajos, su carrera le ha llevado desde las categorías base hasta dirigir un grande como el Real Madrid. Por el camino ha logrado, por ejemplo, cinco títulos con el Sevilla.
En el deporte rey, ser entrenador requiere conocimientos en muchas y muy variadas facetas, además de soportar una gran presión. Justo como un directivo. Ambos viven de los resultados, con la particularidad de que en el fútbol se vive al día: una mala racha y a la calle. El mánager deportivo, además, lidia con una plantilla relativamente inmune al “ordeno y mando”, ya que a menudo el futbolista cobra más que su jefe y es el activo más valorado del club. El entrenador, más que mandar, debe influir, convencer y persuadir para convertirse en líder. Lo mismo le ocurre al Gerente: en su caso, la empresa es demasiado grande para controlarla de primera mano. Debe delegar y sobre todo inspirar para que los demás hagan bien su trabajo.
El método Cuando toma el mando de un equipo, Juande basa su trabajo en tres pilares. El primero es su apuesta por ganar. Parece obvio, pero lo cierto es que la mayoría de personas en su posición sólo piensan en no perder. Eso les hace sufrir su profesión, ya que viven angustiados pensando en los resultados. Un estrés que se traslada al equipo, que sufre enfados, recriminaciones y la preocupación que transmite el mánager. En cambio, los que apuestan por ganar se muestran ilusionados y ambiciosos, capaces de superar cualquier adversidad. De hecho, disfrutan con la máxima exigencia, destilan tranquilidad y confianza.
La segunda máxima es el protagonismo del equipo frente al ego personal. Lo que otros intentan inculcar sólo entre sus jugadores, él empieza por aplicárselo en persona. Eso implica traspasar todo el protagonismo al equipo, impedir que nada actúe en contra del mismo, alejando las polémicas y los halagos excesivos. Por último, Ramos apuesta por la confianza frente a la obligación. Muchos entrenadores emplean expresiones del tipo “ganar sí o sí” o “ganar como sea”. Esta actitud transmite urgencia, presión y sobredimensiona las consecuencias de la victoria y la derrota. Su enfoque, por el contrario, consiste en crear un clima de rendimiento, un espacio que invita y conduce al futbolista a dar lo mejor de sí mismo.
Otra de las claves es la comunicación interna. Como ya hemos comentado, Juande prefiere convencer a ordenar. Ese convencimiento lo logra desde el diálogo, pero de manera estudiada. Lo principal es no abusar de la palabra, Ramos nunca alarga sus discursos más de lo necesario. De lo contrario, acabaría en sermones inocuos. También busca tiempo para conversar con cada futbolista, para que sepa lo que hace bien y lo que no. Nunca miente, algo que todos le agradecen.
El clima positivo también se consigue, lógicamente, con bromas y buen ambiente; pero la gestión de conflictos es tanto o más importante, puesto que si se resuelven bien, harán más fuerte al grupo. Por eso Juande valora si tiene que intervenir o no; y si lo hace, no personaliza el problema, lo usa para educar al grupo.
Es obvio que el deporte profesional se rige por algunos códigos que lo separan del mundo de la empresa a nivel global, pero una filosofía como la estudiada puede guiar al directivo por un camino lleno de éxitos.
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