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¿Qué yo puedo ser un santo??? ¿Y para qué?


Aquellos que no han escuchado este concepto nunca en su vida, me creerán loco, que me falta un tornillo, o sino una suerte de cucufato radical, pues lamento desilusionarlos, ni lo uno ni lo otro, aunque pensándolo bien, quizá si tenga algo, o peor aun, quizá mucho de loco, pero creo que es necesario serlo para entender muchas cosas. Entendiendo loco como aquella persona que se atreve a pensar diferente al resto, y sostener sus ideas a pesar de que a priori sabe que será difícil que lo entiendan.

Y si pues, cuando me enteré sobre este tema de la santidad, me imaginé un curita en una iglesia con harta vela prendida, pero la verdad es que el concepto está muy lejos de eso. Uno puede ser santo en su vida, en la que le haya tocado, siendo deportista, empresario, ama de casa, rockero, futbolista, lo que sea, lo que se trata es de lo que uno haga, hacerlo bien y esforzarse por hacer feliz a los demás.

Me han dicho, “Oe Rafa, que haces hablando de esa vaina, quédate con lo de autoayuda nomás. Eso de hablar de Dios está “out”, ya no está de moda, es para los tarados, los nerds.” No lo creo, no digo que no los hayan, si pues, y muchos, pero también hace falta que se hable de esto, porque valgan verdades, es lo más importante que nos pasará en nuestra vida, nuestro destino eterno.

“Ah si? ¿Y que gano con eso? Mucha complicación, mejor me quedo así nomás.” Esa fue mi primera respuesta, pero me quedé con la duda, le di vueltas al tema, y el idiota no era el que me lo dijo, sino yo. No tenía nada que perder, pero si muchísimo que ganar. Si hago ese esfuerzo para hacer las cosas bien y vivir “como Dios quiere”, pues lo más probable es que me vaya al cielo, y me ahorro el sufrimiento de irme al infierno, así de claro, así de sencillo. Me podrán decir: “Si claro, pero esa vaina del infierno no existe, es puro cuento nomás, que, te la estás creyendo?” ¿No existe? Ok, buena suerte cuando te mueras, porque la vas a necesitar en cantidades industriales….No te das cuenta que te la estás jugando? Si no existe, no pasó nada, no perdiste nada por vivir una vida digna, pero si existe y te vas al infierno, ay ay ay, ahí te quiero ver, quemandote de por vida.

No soy ningún alarmista, pero si me gusta decir las cosas como son y mi punto de vista bien clarito. Y bueno, creo que esta idea de la santidad es realmente bien potente, muy importante porque al final, es lo que define nuestra eternidad.

Bueno pues, y como serlo? No es fácil pero tampoco imposible, dicen que es más fácil ser un genio que un santo, pero es más asequible ser un santo que un genio, es decir, está al alcance de todos. Es trazarse una plan de vida sin concesiones ante las dificultades y tentaciones. Exige pasos firmes, concretos, la decisión de serlo implica dejar de hacer varias cosas que hacemos que no son correctas y que eso sea una forma de vida, no flor de un día; pues, de ordinario, los propósitos generales sirven para poco.

¿Quieres una receta para ser santo? Te la doy de primera mano, de San Josemaría un santo de nuestra época: “…Por eso, me convenceré de que tus intenciones para alcanzar la meta son sinceras, si te veo marchar con determinación. Obra el bien, revisando tus actitudes ordinarias ante la ocupación de cada instante; practica la justicia, precisamente en los ámbitos que frecuentas, aunque te dobles por la fatiga; fomenta la felicidad de los que te rodean, sirviendo a los otros con alegría en el lugar de tu trabajo, con esfuerzo para acabarlo con la mayor perfección posible, con tu comprensión, con tu sonrisa, con tu actitud cristiana. Cumple el pequeño deber de cada momento: haz lo que debes y está en lo que haces. Rectificar. -Cada día un poco. Y todo, por Dios, con el pensamiento en su gloria, con la mirada alta, anhelando la Patria definitiva, que sólo ese fin merece la pena.

Acá los dejo con el testimonio de un actor, Eduardo Verástegui, que se dio cuenta de este tema e hizo algunos comentarios muy interesantes: http://www.youtube.com/watch?v=y9c8NwcC7LY

Hoy no bastan mujeres u hombres buenos. –Además, no es suficientemente bueno el que sólo se contenta con ser casi… bueno: es preciso ser “revolucionario”. ¿Lo intentamos?

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