Vamos por la vida consumiendo kilómetros, buscando respuestas y nos encontramos con preguntas. Buscamos certezas y el mundo responde con incertidumbre.
Últimamente he hablado con muchos profesionales que han sido despedidos por la bendita desaceleración. La mayoría me muestran un nivel de ansiedad enorme. Y es que hoy en día hay muchísimo stress, muchas pastillas, mucha preocupación que saca lo peor de nosotros.
El problema de la desaceleración no es ella, sino la crisis emocional que puede causar en nosotros cuando nuestro estado de ánimo se llena de pesimismo, nuestra mente se paraliza y nuestros miedos se disparan. Si bien, no podemos vivir a espaldas de la realidad, (eso sería irresponsable), las personas más serenas y equilibradas que conozco son las que han hecho las paces con lo irreversible y lejos de quedarse sin respuestas, se han dedicado a buscar oportunidades para salir adelante. Y esto muchas veces comienza por hacerse las preguntas correctas.
Definimos nuestro futuro a través de las preguntas que escogemos hacernos y hacemos a otros. ¿Quién soy? ¿En qué soy bueno y en qué no?¿Qué me haría mejorar en mi familia y en mi trabajo? ¿Cuáles son nuestros diferenciadores y como vamos a potenciarlos? Las respuestas requieren que hagamos algo de arqueología interior.
En este contexto tan cambiante en el que nos ha tocado vivir, es necesario poner las cosas en perspectiva y sacar a relucir nuestra mejor versión para liderar y protagonizar nuestra propia vida. “Tal vez, he vivido la vida de otro”, decía Neruda al final de su viaje.
Acabo de terminar las sesiones de feedback en mi trabajo y mi equipo me ha recomendado escuchar más. Y la verdad es que me hace falta. Y creo que le hace falta a muchos profesionales. Una persona es exitosa en la medida que aprenda a gestionarse a sí misma, y para ello, nada mejor que conocerte. Hay solo dos fuentes, como te ves tú, y como te ven los demás. Y es en ésta última donde fallamos. Hay un divorcio entre lo que uno piensa de sí mismo y lo que los demás piensan.
Como profesionales, estamos obligados en formarnos en ambos conceptos, en tener una visión más cercana de la realidad y ayudarla a tenerla a los demás. Conversaba sobre estos temas con Pablo Ferreiro, Fundador del PAD, y Profesor Invitado del IESE, y me decía que hoy en día la gente no está identificada con la empresa, porque siente que la empresa no está identificada con la gente. Esto pasa inadvertido a los que tenemos gente a nuestro cargo. Por eso me decía que existen los brutos, los brutísimos y los Gerentes. Y es que hoy en día, a los gerentes se nos enseña a distribuir, no a producir, a producir gente exitosa, gente buena.
La gente renuncia muchas veces por falta de buen trato. La gente no se va identificar, no va a tener lealtad con la empresas porque éstas no son personas, son sociedades anónimas, las personas se identifican con el resto del equipo, se identifican con los jefes. Por ello, que tremenda responsabilidad para los que tenemos gente a nuestro cargo.
Ganamos mucho escuchándolos, valorando opiniones, tomándolas en cuenta. Pero no solo eso, hay que entrenar a la gente en escuchar y saberla aconsejar.
Hoy se habla mucho del Coaching, y Pablo me decía que Coaching no es más que estar cerca y preocuparte por tu gente, y ¿por qué? Porque la quieres. ¿Y por qué la tengo que querer? Porque trabajas con ella. La gente debería ser lo más importante en las empresas, pero los gerentes no somos conscientes de ello. Muchos se venden diciendo que la empresa es una familia para los empleados y la verdad es que no. Esto es un engaño. El gerente que realmente me quiera, me dirá: “Distingue; tu casa es aquella, a veinte cuadras y aquí trabajas, aquí te desempeñas y tienes que desarrollar virtudes; tienes un escenario más importante que la empresa que es tu casa. Si lo más importante que tenemos todos es nuestra familia, pues cuidémosla.
Focus en la gente. Vivimos y trabajamos con personas, no con laptops. Ellos serán los responsables de los resultados del futuro que tanto nos preocupa. Hay que formar gente que tenga interés por los demás. Los gerentes, somos responsables de la vida de nuestros equipos. Por ello nuestra principal función es formarnos bien primero nosotros, para ayudarlos a ellos. Muchas veces, que difícil es sacar tiempo para reflexionar esto, para hablar de estas cosas con nuestra familia, y con nuestro equipo de trabajo. Si no tenemos tiempo para ellos, para escucharlos, para aprender de ellos, no estamos haciendo bien nuestro trabajo. Es como un taxista que no tiene tiempo para manejar. Si ese es el “core” de nuestra función, obtener resultados, a través del equipo, de las personas! Para eso nos pagan.
¿Y entonces qué? Hagamos las cosas de una manera distinta!
“Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días lo mismo. Muere lentamente quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir tras un sueño. Muere lentamente quien abandona un proyecto antes de iniciarlo. Evitemos la muerte en suaves cuotas.” Pablo Neruda
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