Hace unos días escuché en Cade la conferencia de un “futurólogo” que decía que iban a “matar” a la muerte en el 2045. A lo mejor se encuentra con ella más rápido de lo que espera… pero bueno, mientras tanto, nosotros seguiremos muriendo. Al respecto, recibí de Luis Huete, un gran amigo, profesor del IESE y Harvard, un video que incluyo al final de este artículo, en el que Ignacio Llorente, directivo español a punto de morir a causa de un tumor cerebral, comparte algunas reflexiones sobre los problemas que de verdad debemos resolver con urgencia e importancia. Decía “Estoy con una alegría y una sensación de plenitud inmensa”. Sabe que la muerte no es el derrumbe final, es solo “una liquidación de existencias por cambio de domicilio.”
Muchas veces, los peores momentos de nuestra vida nos hacen ser quienes somos. Algunas personas son como el limón, cuando la vida las exprime su respuesta es ácida, en cambio otras, como Ignacio, son como el durazno que cuando hay presión el resultado es aun más dulce.
Luego de ver el video, me pregunto ¿Por qué muchas veces necesitamos alguna desgracia, enfermedad grave, divorcio o crisis económica, para mejorar la relación con nuestros seres queridos, para cuidarnos más o para plantearnos cambios serios en nuestra vida.? Este fin de año podría es un buen momento para pensar en nuestra transformación personal.
Se que estamos en Navidad, tiempo de paz, de felicidad, de descanso, pero para muchos fuente de tristeza y melancolía. Y hoy escribo para ellos.
Lo que me ha llevado a salir de varios túneles profundos en mi vida, ha sido justamente la razón de ser de estas fiestas, el acercarme más a Jesús, ha sido mi poción para todas las aflicciones. Entendí que si me manda la carga, también me manda la fuerza para sobrellevarla y que cambiar el “por qué a mi” por el “para que” me ayudó a seguir pedaleando.
Enrique Rojas, psiquiatra reconocido a nivel mundial en temas de adversidad recomienda:
Mirar el lado bueno de las cosas. Cuando cambiamos la forma de ver las cosas, las cosas no cambian, cambiamos nosotros.
No ponernos metas sino objetivos. Por ejemplo, meta: salvaré mi matrimonio. Objetivo: hoy no discutiré, hoy no le traeré la lista de pleitos del pasado, pediré perdón.
Gestionar el fracaso. El único tiempo que tiene el poder de no quebrarnos es el presente. Si vivimos en la nostalgia, en un pasado que fue, nos amargamos la vida. Si instalamos la mente en el futuro, viviremos con ansiedad.
Y es que hay pocos monstruos que justifiquen el miedo que les tenemos. ¿Qué % de todo lo que te preocupa nunca sucede? Más del 80% de las personas encuestadas por Martin Seligman, dijo que no pasó lo que le preocupaba. La vida no es lo que nos pasa sino lo que hacemos con ella. Ya lo decía Pablo Neruda: Si podría volver a vivir, me gustaría tener más problemas reales y menos inventados.
Los dejo finalmente con el video al que hago referencia https://www.youtube.com/watch?v=6jr5bAxMyzQ&feature=youtu.be
Quizá el remedio a la crisis política que vive el país es el que Ignacio practica a diario: principios sólidos, optimismo, confianza, sacrificio, no rendirse, trabajar bien e impactar vidas. Justo lo contrario de lo que venimos haciendo. Y así nos va. En cualquier caso, gracias Ignacio.
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