En estos tiempos de incertidumbre, uno no sabe bien que puede pasar mañana. Ante esta situación, nos quedan dos opciones, o ir por la vida seguros y con la alegría de saber de lo que viene será para nuestro bien porque Dios sabe porqué hace las cosas, o andar preocupados, inseguros, decepcionados de la vida, con lo cual, independientemente de lo que hagamos o lo que nos pase, ya perdimos gran parte de la batalla.
La vida, tiene mucho que ver con la forma como la veamos, una cosa es la realidad y otra muy distinta la forma como es percibida por nosotros. Es crítico para sobrellevar bien estos tiempos, nuestra actitud ante lo que nos pase, sean cosas que esperemos o inesperadas, hechos alegres o desgracias. La gravedad de los hechos no está dada por el mismo hecho, sino por el efecto que causa en nosotros el conocerlo, y pasará rápidamente en la medida en que tengamos la suficiente claridad de pensamiento y control de nuestras emociones para entender que ha pasado por nuestro bien, si es que obramos con la conciencia tranquila. Al respecto, se me viene a la memoria un texto que leí hace poco en el que Etty Hillesum, joven judía muerta en Austwicht en Septiembre de 1942 decía: “Pueden hacernos la vida muy dura, pueden despojarnos de algunos bienes materiales, pueden quitarnos la libertad exterior de movimientos…pero es nuestra lamentable actitud psicológica la que nos despoja de nuestras mejores fuerzas: la actitud de sentirnos perseguidos, humillados, oprimidos; la de dejarnos llevar por el rencor; la de envalentonarnos para ocultar nuestro miedo. Tenemos todo el derecho de estar de vez en cuando tristes y abatidos porque nos hacen sufrir, es humano y comprensible. Y, sin embargo, la auténtica expoliación nos la inflingimos nosotros. Cuando experimentamos un sufrimiento, lo que más daño nos hace no es tanto éste como su rechazo, porque entonces al propio dolor le añadimos otro tormento: el de nuestra oposición, nuestra rebelión, nuestro resentimiento y la inquietud que provoca en nosotros”.
Extraordinaria forma de ver la vida a pesar de sus problemas (y qué problemas), no se ha hundido. Además nos hace ver algo aparentemente evidente pero que muchos de nosotros no nos habíamos dado cuenta, cuando nos lo proponemos, podemos ser nuestro peor enemigo, peor inclusive que la misma realidad que nos pasa. Y es que muchas veces en nuestras vidas ha sido más importante la reacción que la acción que la provoca. Desde una enfermedad que hayamos tenido, la muerte de alguien, un despido, o cualquier otro evento, pensemos si nuestra forma de responder ante ello ha tenido mayor peso que el problema en sí.
Continúa diciendo Etty Hillesum: “Desde el momento en que me he mostrado dispuesta a afrontarlas, las pruebas siempre se han transformado en belleza…Los peores sufrimientos del hombre son los que se temen. El sufrimiento malo no es el vivido, sino el “representado”, ese que se apodera de la imaginación y nos coloca en situaciones falsas”.
Que increíble capacidad para decir algo que es tan obvio pero que nos pasa muy a menudo. No sabemos gestionar los eventos inoportunos, estamos acostumbrados a gestionar lo esperado, pero lo imperfecto nos atormenta, nos angustia, en lugar de entender que pasó, y pasó por algo positivo que quizá ahora no entendamos, somos presa de la angustia, la depresión, el miedo, lo cual obviamente provoca que nuestra lectura del problema se agrande inclusive a tamaños completamente desmesurados.
Esto se da también porque las expectativas que solemos tener están basadas en vivir la vida libre de problemas, y eso es una utopía. Nuestra ilusión se basa en vivir una vida fácil, cero problemas, en el que podemos elegir, como quien lo hace de un menú de restaurant, “lo que nos de la gana”, y dejar de lado lo que no nos guste. Trabajar en la mejor posición y empresa que se pueda, casarme con la chica más linda, vivir lleno de dinero, comprarme la mejor ropa, etc. es una forma hasta cierto punto “egoísta y mal agradecida” en el sentido de que esa obsesión nos nubla la vista, ya que al no alcanzar esto nos angustia, inquieta, y molesta. Deberíamos mirar al costado para ver lo que pasa en el mundo, para darle el verdadero valor a las cosas que tenemos, y no enfocarnos en lo que deberíamos tener. Para lo que nosotros es un derecho básico como el elegir que tipo de vida queremos llevar, para otros es completamente inalcanzable, porque nacen con una realidad distinta y mucho menos “atractiva” que la nuestra.
No estoy diciendo que seamos conformistas, nada más lejos de ello, los mediocres nunca saldrán adelante, sino de saber valorar aquello que tenemos, aquello que realmente nos hace felices, y saber vivir sin lamentarnos de “porqué nos pasan las cosas malas a nosotros”.
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