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¿Somos los dueños de nuestro destino? Primera Parte


Vivir es enfrentarse con dificultades, ¿Cómo hacer las paces con ellas y aprovecharlas?

Esta semana me pasaron un video que me dejó pensando en la forma como manejamos nuestra vida familiar y en la importancia que le damos. Creo que en estos tiempos en los que el trabajo nos abruma, dejamos de lado el “arte de vivir” y de redescubrir las cosas que han estado siempre allí. Decía Tomás Melendo, autor de varios libros sobre la familia:”Mañana cuando llegue a casa, ¿por qué no redescubro a mi mujer? Es distinta a la persona que me despidió ayer. Ese es el mejor antivirus para no aburrirme de mi familia, morir cada noche…para nacer cada mañana”.

Para ello, lo primero que se necesita es la intención de querer cambiar. Aunque suene a frase repetida, quizá este sea el gran secreto. Es distinto subsistir en la vida que nos ha tocado vivir, sea cual sea, que exprimirla y sacar lo mejor de ella en cada instante y hacer limonada del limón.

Como bien dice Nelson Mandela, líder mundial, ex presidente de Sudáfrica, que estuvo preso injustamente por más de 25 años, somos dueños de nuestro destino y capitanes de nuestra alma. Un reciente estudio realizado por Luis Huete, profesor de Harvard y el IESE concluye que una de las variables más importantes que definen el resultado de nuestras acciones comienza con la manera de pensar, que influye en nuestra manera de mirar la realidad, de sentirla y de interpretar lo cotidiano. Eso definirá nuestra manera de actuar y nuestros resultados que finalmente definirán la persona que terminaremos siendo y las recompensa que tendremos por ello, lo cual alimentará nuevamente nuestra forma de pensar. En el caso el comienzo haya sido en positivo, es probable que luego de completado el círculo el resultado también lo sea, con lo cual se crea un círculo vicioso saludable.  Y es que al final, todos somos hijos de los estímulos que recibimos, al mundo lo mueven las convicciones.

Hay partidos que no los ganamos porque no los intentamos ganar. Por ejemplo, el partido de los mineros en Chile era un partido imposible y gracias a que estos valientes hombres desafiaron la realidad lograron salir sin mayores traumas. Esa fue una prueba evidente de que para que actuemos, tenemos que tener un motivo de peso para hacerlo, una fuente de energía humana, que en muchos casos no es más que la propia auto motivación.

Es decir, si bien es cierto existen variables impredecibles que aparecen en nuestro camino, gran parte de nuestro destino depende de nosotros mismos, del cristal con el que lo miremos y de la actitud y acciones que tomemos. Dicen que la suerte te visita únicamente cuando has hecho todos tus deberes.

¿Y qué puedo hacer para empezar a ser más optimista e iniciar ese círculo de acciones de manera positiva? Quien mejor que Santiago Alvarez de Mon, aquel brillante escritor, coach y profesor del IESE de España (una de las 5 mejores Escuelas de Negocios en el mundo) para darnos la respuesta: “La actitud tiene mucho que ver en esto. El optimismo y el buen humor. Si la vida fuese un teatro, mientras esté en el escenario, me gustaría pensar que los espectadores la vean como una comedia, es mi género preferido, que otros representen una tragedia, yo ya estoy saturado de caras largas y amagadas. Si algo falta en el mundo son payasos que nos hagan reír. Creo que el buen humor es una de las competencias más necesarias no sólo para conseguir un buen trabajo sino para conseguir el éxito. Lo curioso es que no hacemos bien ni una cosa ni otra, ya no sabemos reír, ni llorar, así está el circo humano, muchas veces lleno de mediocres. El éxito es territorio conquistado por aquellas personas que aprenden a perder. Sólo gana el que acepta la derrota, sólo cae el que camina, sólo se equivoca el que decide.”

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