La semana pasada leí un artículo de Jack Welch con el nombre de “Lo que sé hasta ahora” publicado por The New York Times y por Semana Económica. Como saben, Jack Welch, Ex Gerente General (CEO) de General Electric fue elegido el mejor gerente de todos los tiempos por la prestigiosa revista Fortune.
Haré el intento de compartir algunas ideas que extraje y me parecieron muy valiosas:
“…Un estudiante de primer año de la escuela de negocios de la Universidad de Fairfiled me preguntó: ¿Cómo puedo ser un buen católico y hombre de negocios al mismo tiempo?. Yo le contesté enfáticamente: “Yo lo soy”. La simple respuesta es: manteniendo la integridad. Establecerla y nunca alejarme de ella fundamentó todo lo que hice durante tiempos buenos y malos. La gente seguramente no estuvo de acuerdo conmigo en muchos asuntos, y de seguro me equivoqué muchas veces pero siempre supieron que yo estaba siendo derecho y honesto. Esto ayudó a establecer mejores relaciones con clientes, proveedores, analistas, competidores y gobiernos.
Un aspecto muy importante es la responsabilidad social, que empieza con una compañía fuerte y competitiva. Aunque no lo parezca, la obligación social primaria de un gerente general es asegurar el éxito financiero de su empresa ya que sólo una compañía sana y ganadora tiene los recursos y la capacidad para hacer lo correcto.
Otra de las principales funciones de un gerente es establecer el tono de la organización. Ella toma su actitud de la persona que está al mando. Siempre dije a nuestros líderes de negocios que su intensidad personal decidía la intensidad de su equipo. Que tan duro trabajan y a cuantos empleados inspiraban sería emulado mil veces.
Es importante también ser una esponja para absorber y cuestionar cada buena idea. El primer paso es estar abierto a lo que los demás tienen para ofrecer. El segundo es transferir ese conocimiento a toda la organización.
Por otro lado, colocar gente correcta en el empleo correcto es mucho más importante que desarrollar una estrategia. Yo estuve sentado en oficinas durante años, analizando estrategias que nunca rindieron resultados. Teníamos planes grandiosos que nunca pudimos hacerlos realidad hasta que encontramos a la persona correcta. Sin los líderes correctos desarrollando las estrategias y siendo dueños de ellas, obteníamos presentaciones muy bonitas y resultados mediocres.
Finalmente, el confianza en si mismo. La arrogancia mata todo, y hacer gala de ambición puede tener el mismo resultado. Hay una línea muy delgada entra la arrogancia y la confianza en si mismo. La autoconfianza legítima es una ganadora.
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