Ayer fui a ver el concierto de Mark Anthony al que fueron 25,000 personas mas. En algún momento sentí que si había terremoto la muerte era segura por la cantidad de gente, y me llevó a pensar sobre mi siguiente artículo de este blog, hacía tiempo que no escribía nada sobre mi sección de ideas para morir mejor, algo medio trágico pero es lo único seguro en esta vida. Lo primero que hay que tener claro es la necesidad de estar bien preparados siempre. Para ello he resumido parte de un capítulo del libro Existencia del Mas Allá, de Antonio Royo, que me pareció muy útil, en el cual nos comenta que posición debemos tomar hoy y ahora sobre este tema.
“Vamos a fingir, vamos a imaginarnos que la fe católica no dijera nada sobre la existencia del mas allá. Es absurda tal posición, puesto que tal existencia constituye la verdad primera y fundamental, pero vamos a imaginarnos, por un momento ese disparate. Cual debería ser nuestra actitud en semejante suposición? Que debería hacer cualquier hombre razonable, no ante la certeza, pero si ante la posibilidad de la existencia de un mas allá con premios y castigos eternos?Veamos lo que ocurre con las cosas e intereses humanos.
Existen infinidad de Compañías de Seguros para asegurar un sin fin de cosas inseguras, sobre todo, cuando se trata de cosas que vale la pena asegurar. El que vive en una casa de esteras, no tiene porque preocuparse de asegurarla, pero el que posee una vivienda en la que ha invertido recursos, hace muy bien en asegurarla con un posible incendio, porque para él, un incendio podría representar una catástrofe irreparable. Ahora bien, al hacer un seguro contra incendios, está convencido de que el incendio pasará efectivamente? Está casi seguro de que no se producirá porque no es probable. Es simplemente, posible, nada más. Y como tiene mucho que perder, lo asegura y hace muy bien.
Traslademos esto del orden puramente natural y humano, a las cosas del alma, al tremendo problema de nuestros destinos eternos, y saquemos la consecuencia. Señores, aunque no tuviéramos la seguridad absoluta, ciertísima que tenemos ahora, aunque no fuera ni probable, sino meramente posible la existencia de un mas allá con premios y castigos eternos (he dicho bien: premios y castigos eternos), la prudencia mas elemental debería llevarnos a tomar toda clase de precauciones para asegurar la salvación de nuestra alma. Porque si efectivamente hubiera infierno y nos condenáramos para toda la eternidad, lo habríamos perdido absolutamente todo para siempre.
El argumento señores, no tiene vuelta de página. Si resulta que hay infierno, que terrible chasco se van a llevar los que no piensan en el mas allá, los que gozan y se divierten revolcándose en toda clase de malos placeres, o también los que son sencillamente “buena gentes, no le hacen mal a nadie”, pero tampoco se preocupan por mejorar, por vivir cara a Dios. En cambio nosotros no. Los que estamos convencidos de que hay una eternidad, los que vivimos cristianamente no podemos desembocar en un fracaso eterno. Aun suponiendo (que no lo supongo) que no existe un mas allá después de esta pobre vida, que habremos perdido con vivir honradamente?”
Como ven, a la hora de la muerte, uno se juega todo a una carta y a veces corremos el riesgo de pretender tomar el último tren, es decir, intentar cambiar recién cuando ya estamos viejos y sabemos que se nos viene pronto, pero y si lo perdemos? Si llega antes?.
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